domingo, 6 de octubre de 2019

La webcamer y su fan number one (completo)


LA WEBCAMER Y SU FAN NUMER ONE

 




 


LA WEBCAMER Y SU FAN NUMBER ONE

La aventura de Mya_27, una webcamer erótica, cuando sortea una cita a ciegas con ella entre los usuarios de su webcam… y nada sale ni cómo ni con quién ella esperaba
 

Dedicado a Paula…, por encargo de Mya,

¿O era al revés?... No sé, habrá que preguntárselo en su sala de chat

 

CAPÍTULO UNO. O de cómo la dulce Paula se convierte en la sexy Mya_27, webcamer erótica
 

Paula aún maldecía la hora en que se le ocurrió proponer aquel estúpido sorteo de una cita con ella en su sala del chat erótico… No había sabido controlarse a tiempo, pero le pasaba cada vez que dejaba que el papel de Mya, su alter ego en la webcam, la absorbiese completamente

Paula era una chica de 28 años con curvas, pero unas curvas de esas que volvían locos a los hombres, al menos, a juzgar por el éxito de las emisiones de su web erótica…

“¿A quién quiero engañar?, - pensaba ella para sí misma -, “¿Erótica?... ¡Si no puede ser más pornográfica!”… Pero sabía que Mya no estaría de acuerdo con ese pensamiento…

Sería mentirse a sí misma no confesarse que le producía un cierto placer morboso la idea de exhibir su cuerpo ante los tíos, - y tías, ¡oh, sí! -, que se conectaban a su webcam cuando emitía, sabiendo como sabía que se excitaban cuando se tocaba y acariciaba sus grandes pechos, aun cubiertos por sus sujetadores de ensueño, o cuando les enseñaba, casi al descuido, el lunar que tenía en el pecho derecho, un poco más arriba de su pezón, o cuando gemía al vibrar el lush metido profundamente en el interior de su vagina ante las aportaciones de monedas virtuales, o cuando deslizaba su pollón de plástico entre sus pechos o lo mamaba sensualmente, como si fuera una polla de verdad…, y últimamente sabía que se salía con su colita de zorra con un plug anal o su inseparable pingüi, su imprescindible succionador de clítoris…, mientras las monedas comenzaban a caer al ritmo de las peticiones que le hacían y más y más usuarios comenzaban a seguirla en el chat de sexo amateur.

 

“Ay, Fer, ¿para cuándo podré tener mi hush vibrando en mi culito?”, - pensó Paula, esbozando una sonrisa pícara, recordando una apuesta reciente con uno de sus “habituales”…, fergo2018, con quien compartía confidencias de vez en cuando a través de su cuenta de Twitter y que siempre solía conseguir hacerla reír cuando le decía que quería conocer a Paula, no a Mya…, y que su fascinación por ella era más emocional que sexual…, sin descartar un poquito también de esto último, claro.

La chica aún recordaba cómo empezó todo, cómo la simpática Paula, una chica normal, había acabado convertida en la pasional Mya_27, webcamer erótica, hacía ahora unos 12 meses, cuando había entrado en la sala de aquel chico, en novatas-tv…, y lo persistente que podía llegar a ser.

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Casi un año antes, en la habitación de Paula, en casa de sus padres…

-        “Ponme la cam, xfa… Quiero verte”

Con esta frase de aquel chico en una sala de chat de novatas-tv empezó todo…

Paula nunca se había sentido observada por webcam, ni sabía qué sensación le produciría, así que le dijo que no, pero no pudo evitarlo y se sintió sumamente excitada, así que mientras esperaba que él respondiera algo, fue corriendo a cambiarse de ropa y ponerse algo "más sugerente"… Una camiseta de tirantes que marcara bien frente a la cam el generoso escote entre sus grandes pechos, enmarcados por uno de aquellos sujetadores tan sugerentes que a Paula le encantaba comprarse desde que su pequeño sueldo le permitía algún que otro capricho de lencería.

Había decidido probarlo, para qué negárselo a sí misma, la excitaba tanto la idea… y algo dentro de ella iba tomando un aspecto cada vez más húmedo…, justo entre sus piernas.

Paula encendió la cam…, aquel escote se veía reflejado en la pantalla y le hizo gracia verlo y comprobar la excitación que le producía tocar sus pechos por encima de la camiseta y del sujetador…, su sexo se encharcaba por momentos, y bajó ligeramente la camisetita para que el chico pudiera ver mejor sus pechos, grandes, voluminosos, sensuales, con el lunar en el pecho derecho, un poco más arriba del pezón…

Metiendo sus manos bajo la tela del sujetador, se los sacó lo suficiente como para que él pudiera verle los pezones, erectos, duros como piedras, deseando más, y, casi sin pensarlo, se empezó a levantar sus pechos hacia arriba, tratando de alcanzar suavemente con la boca los pezones que, agradecidos, parecían estirarse para lograr unirse con su lengua. Mmmmmm más, Paula empezaba a querer más.

- “Baja más la cam, quiero ver tu coñito”

La excitación estaba creciendo en el interior de Paula a pasos agigantados, y no sabía si se atrevía a aventurarse más en ello, pero, en el fondo, le encantaba la idea de que aquel chico detrás de la pantalla la estuviese mirando mientras se masturbaba y que le fuera comentando lo cachondo que ello le ponía.

Algo dentro de ella rompió la barrera de sus dudas y se levantó para, dándole la espalda a la cam, mostrarle cómo se iba quitando las braguitas que llevaba puestas, presentándole su culito respingón,  antes de irse a por un consolador con forma de polla bastante grande que tenía escondido en un cajón de su cómoda para que su madre no lo encontrase al limpiar o al colocar la ropa…

Al volver, lo puso delante de la cam para que lo viera y, después de enfocar la cam hacia abajo, entre sus piernas, se lo introdujo en su coño, entrando con mucha facilidad de lo lubricada que se sentía, mientras la cam recogía la acción como mejor permitía aquella posición forzada y ella veía en su propia pantalla cómo el consolador entraba y salía, dándola placer una y otra vez, cada vez más fuerte…

Pero ya no era suficiente para Paula, sorprendida de sí misma, de la libertad y el poder que le proporcionaba sentirse observada, y con solo el aliciente de las frases que aquel chico le dedicaba, cada vez más excitado, haciéndola ser consciente de que su polla estaría a estallar…Paula decidió ir aún más allá…

 

A partir de aquel mismo instante algo había cambiado en Paula, ya no era que experimentara una total falta de pudor, eran ganas de dar espectáculo lo que sentía, así que volvió a colocar la cam en su posición original, proporcionándole una imagen de sus pechos siendo ya magreados fuertemente por sus propias y desesperadas manos, y se abrió de piernas, colocando los pies encima de la mesa, mostrándole a la cam la mejor vista de su coño, que, después de deslizar sus manos por su cuerpo, fue abriéndose para el chico, muy despacio, para acabar volviendo a introducirse en su interior la gran polla de goma…

A Paula la excitaba sobremanera que la follaran a cuatro patas, con su pareja de rodillas entre sus piernas abiertas, y que se la metieran sin piedad y bombearan su coño en un frenético mete y saca hasta que no les quedaran fuerzas, pero, en aquella ocasión, sola en su habitación de casa de sus padres, delante de una pantalla desde la que él sólo la miraba mientras ella se lo metía y sacaba, clavándose el juguete erótico hasta lo más profundo de su vagina…, cambiando de posición para darle el mejor ángulo de visión de cómo la penetraba…, sabiéndole a punto de correrse y disfrutando de ello, cada vez más fuerte, más duro, mientras la chica, completamente desatada, notaba cómo su coño parecía querer engullir toda la enorme longitud del pollón, sintiendo cómo sus ansias sexuales eran sometidas por una polla de goma y por el deseo de ser observada mientras se masturbaba…

Finalmente, notando cómo se acercaba su inminente orgasmo, Paula se sentó sobre la polla de goma, notando cómo la penetraba hasta quedar profundamente alojada dentro de su cuerpo, y sintió que ya solo necesitaba acariciarse el clítoris levemente para poder correrse…, y lo hizo, - ¡vaya si lo hizo! -, sintiendo cómo sus fluidos vaginales resbalaban por sus muslos para él, su observador desconocido, notando cómo la recorría una fuerza arrasadora que nacía en lo más hondo de su vagina, ahogó un quejido más fuerte que los anteriores de placer, de un placer intenso, inigualable…, y se corrió como una loca, dando gracias mentalmente de que sus padres no estuvieran en casa, o no habría sido capaz de explicarles el por qué de sus gritos de placer.

Aquel chico había logrado romper una barrera de tabúes en Paula, la primera vez que se masturbaba ante una cam, sin vergüenzas, sin prejuicios…, la primera vez que se corría como una loca delante de un desconocido que la había mostrado las posibilidades de aquel sexo virtual…, y aquella sólo fue la primera vez de muchas, porque, desde aquel día, Paula se había creado una cuenta en novatas-tv con el nick de Mya_27, y había comenzado a emitir su propia webcam erótica…

En su sala, en su mundo virtual, ella era el Ama, la dueña…, y cuando la dulce Paula se convertía en la sexy Mya_27 se sentía a gusto con ello, pero nunca pensaba romper tres reglas que la prudencia de Paula la hacían respetar siempre: NUNCA decía de dónde era, NUNCA decía su verdadero nombre, y SIEMPRE era muy cuidadosa con el encuadre de su cámara para que NUNCA se viera su cara. Fugazmente, a veces, mientras se cambiaba de sitio, sí se veía su rostro durante un segundo, pero salía desenfocado por el movimiento…

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CAPÍTULO DOS. De cómo la sexy Mya_27, organizadora del evento, en el momento de la verdad deja que sea su yo real, la dulce Paula, la que se enfrente a la realidad de su cita a ciegas.

 

“Salvo el capullo de Fer, jejejejeje, que, aún no sé cómo, consiguió sacarme una captura de pantalla en el momento justo en que se veía mi cara”, - pensó Paula mientras centraba su mente y dejaba de divagar sobre el pasado y sus comienzos como webcamer y sonreía al pensar en su reciente y virtual “amigo” -, “Aunque siento que puedo fiarme de que él nunca lo haría público y, además, me prometió borrarla porque se me veía horrorosa con la escasa calidad de la imagen”.

Casi un año después de inaugurar su sala en el chat de sexo amateur, ya viviendo en su propia casa con una amiga, Lucía, y con motivo de su primer aniversario como webcamer, Mya, el alter ego erótico de Paula, tuvo una “genial” idea…, ¿por qué no sortear una cita con ella entre los usuarios de su webcam?... No sólo le producía morbo la idea, sino que también podía ser un buen reclamo para conseguir las aportaciones de los más roñosos… ¡Una cita con Mya_27 a sortear entre los cinco usuarios de su webcam que más monedas aportaran en el plazo de una semana!..., jajajajajaja. ¡Aquello sonaba súper excitante, porque, incluso, cabía la posibilidad de emitir el “encuentro posterior” en casa de la chica y, como cada vez que se metía en el papel de Mya, Paula se dejó arrastrar por aquella sensación de euforia!

Sin embargo, sentía algo de pena al pensar en alguno de sus “habituales” con los que estaba más encariñada, que no podrían participar en aquel loco concurso, bien por falta de recursos económicos para comprar monedas, o bien por problemas de desplazamiento, aunque participaran aportando monedas y llegaran a ganar el sorteo… El casi siempre callado pero omnipresente Tito, un encanto, Fer, el abogado, que se había lanzado a la piscina retándola a que era capaz de hacer que se corriera exclusivamente a base de aportaciones de monedas al lush, aun sabiendo que no iba a conseguirlo, sólo porque quería estrenarlo “a solas” porque se lo había regalado él…, ¡siempre tan en todo!, tanto, que siendo de los pocos que conocían su nombre real o de dónde era, la había avisado de los peligros que podía conllevar una cita a ciegas en aquellas condiciones y violando todas sus propias reglas…

Al pensar en ellos, en los usuarios que más frecuentaban su sala cuando emitía, Paula no pudo evitar sentir un ligero estremecimiento y que un escalofrío recorriera su espalda al imaginarse que sucedía lo contrario… ¡Que cualquiera de ellos ganase el premio mientras no ganase carre!..., pensó la chica. Obviamente, no conocía físicamente a carreidas68, pero siempre le había parecido un viejo verde y prepotente, muy pagado de sí mismo, y no podía evitar una levísima mueca de disgusto cada vez que veía aparecer su nick en la pantalla durante sus emisiones… ¡En fin, a ver cómo salía de aquello!

Finalmente, el ganador resultó ser un nick llamado chico_24_madrid, del que Mya poco podía decir por sus comentarios y peticiones en el chat, salvo que, sorprendentemente, había podido realizar importantes aportaciones de monedas en el último tramo del plazo previsto para la conclusión del juego…, - haciéndola correrse de gusto por el camino con los latigazos vibratorios del lush, por cierto…-, pero nada más sabía de él, ni su edad, - ¿24? -, ni su físico, ni su forma de ser…, salvo que, en el plazo de una semana, iba a quedar a cenar con él y luego, si todo salía bien y había buen feeling entre ambos, iban a realizar la emisión del Día de San Valentín, juntos…

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Por fin había llegado el tan esperado día de su cita a ciegas con su “fan number one”, como Mya había catalogado el sorteo.

          A Paula le encantaba la lencería sexy, y su armario rebosaba de prendas aptas para poner cardíaco a cualquier tío, pero, para aquella noche, por si finalmente surgía la ocasión y el chico le gustaba y emitían juntos, había seleccionado un body de raso de un color rojo intenso, con blondas de encaje tapando los pechos y sobre las caderas con una cinta entre sus pechos que acababa rodeando su cuello, y que aún no había estrenado nunca, sabedora de que ningún hombre sería capaz de resistirse a sus manifiestos encantos cuando apareciera ante él vestida…, o desvestida, con aquella prenda tan sexy y provocativa… Esperaba poder estrenarla esa noche…

Por la tarde, con tiempo suficiente como para prepararse con tranquilidad, Paula entró en su casa y cerró la puerta, - gracias a Dios que Lucía no estaba en casa, porque lo último que Paula necesitaba en aquel preciso instante era tener que mantener una conversación intrascendente con su amiga para que ésta no sospechara nada -, dirigiéndose primero a la cocina a encender el termo y a su cuarto para soltar el bolso, se quitó los zapatos y se dirigió al baño, dejando la puerta medio cerrada, abrió el agua caliente de la ducha y se fue desnudando lentamente, dejando caer la ropa a sus pies, para luego bajar del todo la persiana, quedando casi a oscuras.

Ya desnuda, se metió en la bañera, cogiendo el teléfono y colgándolo de su soporte de la pared, puso su cabeza debajo del chorro de agua, apoyó las dos manos en la pared y cerró los ojos…, le encantaba ducharse a oscuras, la relajaba, hacía que se sintiera en calma y es lo que en ese momento necesitaba, sintiendo en su interior la angustia hacia lo desconocido con lo que pudiera encontrarse aquella noche…, y Paula quería sentir que mantenía el control…, lo necesitaba…, ¡ella no era capaz de dejarse llevar como cuando era Mya!

Se dejó envolver por el agua caliente durante unos instantes, sintiendo cómo resbalaba por su piel, antes de coger el bote de gel y poner un poco sobre su mano, empezando a frotarse el cuello, hombros, brazos y pechos, masajeándoselos un poco, pellizcándose ligeramente los pezones, antes de continuar enjabonando todo su cuerpo.

Cuando ya estaba completamente enjabonada y abrió el grifo, el agua empezó a salir de la alcachofa con fuerza y calor, sobre su cabeza, sobre sus pechos y la espuma comenzó a resbalar por todo su cuerpo mientras Paula iba bajando las manos sobre su piel, hasta llegar a su sexo, arqueando las caderas hacia delante para dejar que el fuerte chorro de agua cayera directamente sobre su clítoris, empezando a sentir un cosquilleo que avanzaba sobre toda su piel y la erizaba.

El chorro cada vez le parecía más intenso, más caliente, y más placentero, y mientras movía sus caderas, abrió aún más las piernas y deslizó una mano por su vientre hasta llegar a la entrada de su vagina y, despacio, se introdujo un poco un dedo hacia dentro, que cuando iba subiendo de regreso, quedaba oculto entre sus hinchados labios vaginales.

Cuando llegó al final, a su clítoris, hizo presión, fuerte, para sentir como palpitaba bajo sus dedos, y comenzó a mover sus dedos muy lentamente, en círculos, sintiendo punzadas de placer con cada roce en esa pequeña parte de su cuerpo, sintiendo cómo su coño se mojaba, llevó su dedo medio a la entrada de su vagina y se penetró ligeramente, hasta la falange, apretando los músculos vaginales.

En ese momento Paula ya gemía del placer que se provocaba a sí misma, y prosiguió pellizcándose fuertemente un pezón con la mano libre mientras  sacaba el dedo de su vagina para continuar mimando su clítoris, está vez más rápido y fuerte, sumando un dedo más, haciendo presión, pellizcándoselo...

Sus caderas comenzaron a moverse por sí mismas y la chica gemía cada vez más fuerte, sin parar de frotar y pellizcar su clítoris hasta que un orgasmo, fuerte y penetrante, recorrió su cuerpo como un latigazo mientras sus gemidos se mezclaban con el sonido del agua que corría bajo sus piernas… Hacía tiempo que Paula no tenía un orgasmo en la ducha, pero, después de la tensión del día, y sin saber qué esperar de aquella noche, se había quedado muy a gusto, relajada…, sin soluciones, eso sí, pero ese rato había sido muy, pero que muy excitante y placentero. Y salió de la ducha tras unos segundos decidida a comerse el mundo…

Además, la rutina de arreglarse para la cita hizo que se tranquilizase todavía más. Se puso las cremas y, con las pinzas, repasó que todo su vello estuviera perfecto. Delineó y pintó sus labios de un rojo intenso, la línea de los ojos y poco maquillaje más... Se recogió el pelo para que su cara quedada enmarcada, libre, perfecta.

Tras un leve momento de duda, decidió ponerse ropa interior. Después de pensarlo mucho, eligió un conjunto negro de tanga y sujetador muy transparentes y con algún detalle de lencería excitante… Paula no quería dar imagen de puta, - aunque debía reconocer que como Mya la tentación sí que la tuvo -, pero sí quería ofrecer una imagen sexy, acorde con la chica del chat que su cita conocía.

El tanga le encajaba perfectamente, desapareciendo entre sus nalgas, enmarcando sus labios vaginales por delante con su minúsculo triangulito y alzando las tiras laterales por las caderas, estilizando la figura femenina, marcando las formas onduladas de sus caderas.  Prácticamente sólo eran unas tiras de tela, pero que estuvieran allí le excitaría muchísimo más que ir desnuda bajo el vestido. El sujetador prácticamente no tapaba nada de transparente que era. Dos triángulos de tela que sólo alzaban sus pechos y los apretaban entre sí para crear el canalillo justo, con el detalle del colgante que iba a ponerse quedaba a la altura ideal, al inicio del sensual valle entre sus pechos.

Luego, a pensar en el vestido… Tenía que enmarcar su figura, eso seguro, pero también tener distinción… Debía parecer sensual y sofisticada. Mejor un vestido ligero, pero que le cubriera los pechos. Al final escogió uno negro, con tiras en los hombros para tapar las del sujetador y escote justo para cubrir lo que llevaba debajo y nada más. Era perfecto para el colgante que quería llevar y sus grandes pechos, dejando la media espalda libre y los hombros suficientemente a la vista. La cintura era ceñida, sin cinturón, y corto por debajo, a medio muslo, con faldita abierta del lado izquierdo hasta justo debajo de sus nalgas, sólo dos dedos más de tela, ideal para insinuar, pero sin ser descarado, falda abierta con algunas vueltas. Al sentarse podría cruzar las piernas elegantemente sin mostrar más que lo pudoroso, pero permitiendo ver sus muslos perfectamente. Naturalmente, para completar, zapatos de un negro brillante, abiertos, con tacón alto y fino. Un pequeño bolsito completaría el conjunto de negro con llaves, móvil, tarjeta, documentación y poco más.

Al acabar se contempló en el espejo un buen rato tirando de aquí y de allí hasta que se dio cuenta de que parecía exactamente lo que debía parecer, ni más ni menos… Una atractiva y curvilínea joven que, a la vez, era terriblemente sensual y que atraería todas las miradas allí donde fuera, eso no lo dudaba...

Sus nalgas quedaban perfectamente resaltadas, pero no marcadas como con vestidos elásticos, simplemente, decían: “Estamos aquí”, perfectas, insinuadas, no mostradas impúdicamente. El escote mostraba dos pechos alzados y firmes, un poco del canalillo, lo justo para saber que escondía todo tipo de placeres para el afortunado que tendría que ganarse los favores de esa terrible hembra que le sonreía desde el reflejo del espejo… No pudo evitar sonreír, con sus labios perfectos e insinuantes, pícara...

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CAPÍTULO TRES. De cómo Paula daría cualquier cosa por ser siempre como la alocada Mya_27, o de cómo se recuerda a sí misma por qué no quedaba con sus admiradores de internet

La cita no pudo empezar de peor forma… chico_24_madrid resultó ser un chico de unos veintitantos años, guapete y con un físico decente…desde detrás de la pantalla del PC, que se quedó boquiabierto y ojiplático al ver a la diosa que se le apareció en el lugar de la cita…, pero tan inmaduro y aburrido en la realidad que hasta Mya se hartó de intentar coquetear con él a la media hora y dejó que la dulzura de Paula “toreara” la noche como pudiera!...

Pero Paula, privada del desparpajo que le suponía su papel de Mya y perdido el anonimato del chat, se sentía demasiado bloqueada por la situación como para saber salir del atolladero, porque…, porque…, porque, si todo hubiera salido como se suponía que debía de haber salido, había prometido que esa noche Mya_27 iba a emitir en su chat con aquel chico… ¡pero a Paula eso ni se le pasaba por la cabeza!...

“¡Oh, Dios, ¿en qué lío me he metido?!... ¿En qué lío me he metido?... ¿En qué lío me he metido?...”, se repetía Paula una y otra vez, como un mantra, mientras su desesperación arruinaba cualquier posibilidad de que aquella cita acabara saliendo bien…  

Desde aquel momento, y durante toda la velada, aunque Paula sabía en su fuero interno que nada de aquello iba salir bien, su tozudez innata la hacía persistir en el intento, sin atreverse a decirle a aquel niñato lo que en verdad le pasaba por la cabeza, que ella tenía que sentirse a gusto, inspirada y excitada… ¡y que él no la ponía, vaya!... Pero aquellos pensamientos no salieron de sus labios, ni siquiera cuando, ya avanzada la noche, llegó el momento de que lo llevara a casa… ¡a su propia casa, por Dios!... “¿En qué estaría pensando cuando…?”… Pero los nervios no la dejaron articular palabra y…, cuando quiso darse cuenta ya estaban en su portal.

Por fin en casa, y con la mente aún hecha un lío, Paula le pidió al muchacho que la esperara en su estudio mientras ella, ya en su cuarto se tomó su tiempo para deshacerse del vestido, perchándolo debidamente, mientras que el chal y el bolso quedaron tirados en el suelo sin miramientos, para luego darse una rápida ducha para refrescarse…, necesitaba distanciarse para serenarse.

Al salir de la ducha, se secó rápidamente y, aún desnuda,  se acercó a la cama para intentar concentrarse en su próximo atuendo mientras sopesaba todas las posibilidades.

El body de raso rojo se enfundó en su piel con un tacto satinado y fresco que la ayudó a tranquilizarse un tanto, pero la imagen que conformaba en el espejo era más la de una chiquilla asustada a la que han pillado probándose la lencería de su madre que la imagen de una sensual webcamer.

“No, ahora tengo que relajarme” - se dijo a sí misma – “A ver si podemos sacar algo de provecho…”

Se ajustó mecánicamente el body y se colocó los pechos adecuadamente para que sobresalieran sobre el escote, simétricos. Ponerse las medias fue un suplicio, especialmente por cómo le temblaban las manos y era incapaz de ajustarlas en sus piernas situándolas correctamente para que la costura vertical, aquella línea más oscura, quedara exactamente detrás.

Cercana ya a casi completar su espectacular atuendo, Paula evitó mirarse al espejo antes de calzarse los zapatos de un negro brillante con tacones de vértigo y, tomó un salto de cama de un tono ligeramente oscuro pero transparente, y ya sí procedió a mirarse al espejo, junto a la puerta, para poder ver el efecto final.

Respiró profundamente tres veces y, decidida a ser valiente, cogió el salto de cama de tul transparente y, mientras se lo ponía, fue hacia la puerta. De nuevo, tuvo que pararse ante ella y tratar de regularizar su respiración.

Y, de repente, lo escuchó susurrar…

“Sí, tío, sí…, está muy buena la jodía…, sí, como acordamos… Sí…, la he grabado, sí… ¡que sí, mientras se desnudaba!… No, no se ha tocado… Ahora estoy esperando que salga…, sí…, ok, ok…, luego os lo paso”

 

Paula no podía dar crédito a lo que acababa de oír… ¡era la voz de Chico!... No sólo la había estado espiando detrás de la puerta mientras se cambiaba… ¿sino que también la había estado grabando mientras lo hacía?... ¡Y se lo iba a pasar a sus amigotes!...

 

Abrumada mientras todo su mundo saltaba por los aires, Paula retrocedió hasta el pie de la cama y se dejó caer, sentada, enterrando la cabeza entre las manos, recordándose a sí misma las razones por las que no quedaba con sus admiradores del chat… ¡Justo para que no le ocurriera aquello!... ¡Y mira que la habían avisado de los riesgos!... ¡Tenía que acabar con aquello!... Y Paula se levantó de la cama y se encaminó hacia la puerta, pero menos como un ángel vengador que como una condenada a muerte…

 

Escuchó para ver si oía su voz de nuevo, pero todo seguía en silencio desde que había escuchado aquella conversación, así que se armó de valor, puso la mano en el pomo de la puerta y abrió con decisión, aunque sin saber muy bien cómo salir de aquella situación tan comprometida…

 

Paula salió de la habitación, con su cuerpo cubierto únicamente por el escueto body, abandonada la negligee sobre la cama, decidida a decirle a Chico, a quien esperaba encontrar ya en su estudio, esperándola para iniciar la emisión con ella, que todo aquello era una enorme equivocación y que no podían seguir, sin decirle nada más sobre lo que había oído porque no quería montar un numerito afeándole que había descubierto su traición estando en su propia casa, a solas con él…, pero, de repente, se percató de que algo no iba bien…

 

“¿Por qué está todo tan oscuro?... ¿Quién ha apagado las luces?” – pensó la sorprendida chica. Entonces se dio cuenta de que no estaba sola. No le había visto porque no encendió la luz, pensando que vería suficiente con la luz que debiera provenir de su cuarto, donde la aguardaba Chico…, “¡Chico, ¡¿dónde estás?!... ¡No te veo!” – casi gritó.

Entonces el hombre la agarró por detrás, sin dar tiempo a que la chica reaccionara, tapándole la boca con una mano que no tenía el mismo aroma que desprendía la colonia de Chico cuando la había besado en las mejillas al presentarse. Por eso supo que no era él.

Con la otra mano tiró de su cintura para meterla en su cuarto y llevarla hasta la cama, tirándola encima. El tiempo era confuso. Parecía ir a cámara lenta y a la vez demasiado deprisa. Paula intentó patalear, pero antes de darse cuenta tenía los brazos y las piernas inmovilizadas con unas abrazaderas de plástico semirrígido, y entonces sintió un leve pinchazo en el cuello y todo se volvió negro…

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CAPÍTULO CUATRO. O de cómo un hombre toma de la dulce Paula el premio que un chico dejó escapar de la sexy Mya_27

 

Poco a poco, la pobre Paula fue recuperando la consciencia sin saber muy bien al principio qué le había pasado, sólo llegaba a ser consciente de que se encontraba tumbada boca arriba en una cama, algo mareada, y que le picaba un lado del cuello, y…, ¿por qué no entraba ninguna luz por la ventana?...

De repente, al comenzar por fin a aclararse su mente, se encontró con una venda o un antifaz cubriéndole los ojos, algo duro y redondo entre sus dientes, impidiendo que pudiera articular palabras, y mucho menos gritar, y atada en cruz sobre una cama, con las muñecas y los tobillos muy separados y sujetos a las esquinas…, ¡y completamente desnuda!...

La aterrada chica comenzó a forcejear, en un intento de liberarse de las ataduras, pero fue en vano, no estaban tan apretadas como para hacerle daño, pero sí firmemente sujetas, manteniendo sus extremidades ampliamente separadas, de forma que no podía ni intentar cubrir su cuerpo… Tiró varias veces, arqueando su cuerpo desnudo sobre la cama, aunque no hubo forma de que disminuyera la presión sobre las muñecas ni los tobillos… La soga que le ataba las piernas estaba completamente tensa y la obligaba a mantener las piernas separadas la una de la otra.

En un fugaz momento de lucidez, Paula pudo plantearse a sí misma algunos pensamientos coherentes, ¿dónde estaba el hombre que le había hecho aquello?... ¿Se habría ido ya?... ¿Dónde estaba Chico?... ¿Y Lucía?... ¿Les habría hecho algo?... Demasiadas preguntas sin respuesta que rondaban la cabeza de la indefensa chica.

Intentando serenarse, pudo sentir la presencia de alguien más en la habitación, pero se sentía demasiado alterada como para discernir si se trataba de su atacante o de uno de sus amigos… y fuera lo que fuera lo que tuviera en la boca no sólo la impedía gritar, sino también cualquier cosa que no fuera farfullar palabras ininteligibles, así que consideró preferible guardar las fuerzas para poder aprovechar cualquier ocasión de escapar o pedir ayuda.

De repente, pareció que aquel hombre hubiera estado aguardando que se tranquilizase para poner en práctica lo que fuera que tuviera en mente, porque la indefensa Paula oyó como si alguien se levantara de una silla, con sus demás sentidos agudizados por la pérdida de la visión…, y sintió cómo se acercaba a la cama.

Quien fuera se arrodilló a los pies de la cama, mordiendo ligeramente uno de sus tobillos por encima de la cuerda y lamiste el interior de la pierna, ascendiendo hasta la rodilla, mientras la indefensa chica se estremecía y no podía evitarlo, intuyendo lo que se proponía… Entonces, con sus manos comenzó a recorrer cada centímetro de sus piernas desde los pies, manoseando sus muslos, apretando sus caderas, jugando con cada uno de los pliegues de sus piernas, pero siempre evitando que sus dedos se acercaran a su sexo desnudo, salvo leves roces ocasionales. Paula se resistió un poco, pero notó que él detenía el movimiento de sus manos por su cuerpo cada vez que ella se removía, inquieta, y ella se tranquilizó, suplicando a través de la mordaza que no le hiciera nada.

Entonces el hombre le limpió con la mano la saliva que goteaba por la comisura de los labios de la chica a causa de la mordaza y, cambiando el objetivo de sus caricias, hizo que sus manos descendieran por los hombros de la chica hasta llegar a sus grandes pechos, cogiéndoselos entre sus manos, amasándoselos suavemente antes de centrarse en sus pezones, duros como piedras a pesar de la resistencia heroica que la chica presentaba a sentirse excitada, sintiéndose traicionada por la respuesta erótica que sus pezones le transmitían a todo su cuerpo como una corriente eléctrica, sobre todo cuando él se inclinó sobre ella y comenzó a chupárselos, alternando esas caricias con suaves pero firmes pellizcos entre su fuertes dedos, lamiéndoselos y succionando con fuerza entre sus labios…, mientras la chica intentaba elevar el torso de la cama a pesar de la poca movilidad que le permitían sus ligaduras, casi como si le ofreciera sus pechos para su placer…

Sin dejar de torturar sus pezones con sus labios, con sus dientes, una mano de aquel hombre descendió por encima de la barriguita de Paula, haciéndola jadear con anticipación, hasta llegar a su zona íntima, apretando toda la palma de la mano contra el cálido y húmedo sexo de Paula que, inconscientemente, levantaba su entrepierna contra la favoreciendo el sensual toque… Con sus dedos comenzó a profundizar en su coño, totalmente depilada para la ocasión… Con sus dedos el hombre abría sus grandes labios vaginales y le metía uno, dos y hasta tres dedos sin ningún problema, sintiéndola lubricada con su propios flujos vaginales, mientras que con su otra mano comenzaba a sacarse los pantalones, mientras ella le suplicaba que la dejara desde detrás de la mordaza, por más que la temperatura interna de su cuerpo parecía haber subido algunos grados.

Ya con la verga del hombre completamente expuesta, dura como palo, como Paula pudo sentir al rozarse contra sus muslos, el desconocido se montó sobre ella y se la metió hasta el fondo sin ninguna compasión. Ella lanzó un grito, amortiguado por la mordaza, pero a ninguno de los dos les pareció que fuera de dolor, ya que su miembro le había entrado sin ninguna dificultad de lo mojada que estaba.

Comenzó a follarla, montado completamente sobre ella, penetrándola una y otra vez, con ansia, como queriendo saciar con ese acto una necesidad ineludible. Y una y otra vez su verga entraba y salía de la vagina de una Paula que ya casi ni protestaba, y solo sentía su agitada respiración.

Cuando parecía que estaba a punto de acabar y su respiración se aceleraba, aquel hombre se detenía completamente y esperaba un poco, para luego continuar penetrándola con más fuerza aun, primero para desesperación de la chica, y después para su deleite, ya que sus quejidos de dolor, poco a poco, fueron cambiando hasta sentirse como quejidos de placer, mientras el violador sentía cómo su vagina estaba ya completamente dilatada y muy mojada, hasta que, finalmente, Paula sintió como si algo se rompiera en su interior y un intenso e interminable orgasmo recorriera todo su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta el último pelo de la cabeza, dejándola exhausta y desmadejada sobre la cama, al tiempo que aquel hombre, conseguido ya su objetivo de hacerla disfrutar, aceleraba sus embestidas, penetrándola cada vez más profundamente, más salvajemente, hasta que la chica le sintió correrse, pero sin ser capaz de asegurar si lo había hecho dentro o fuera...

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CAPÍTULO CINCO. O de cómo el hombre sigue disfrutando del premio de Paula

Al poco, ya respirando ambos con más normalidad, y sintiendo la entrega de la chica, aquel hombre se incorporó sobre ella y le colocó suavemente un dedo en los labios mientras que con su otra mano le sentía manipular la correa del ball-gag que la mantenía en obligado silencio, y ella comprendió enseguida que se le estaba ofreciendo quitarle aquella incomoda mordaza de bola a cambio de que se mantuviera callada, y Paula, incapaz ya de discernir si quería liberarse de aquel hombre o llegar hasta donde él quisiera llevarla, asintió enérgicamente con la cabeza, afirmando su sometimiento a lo que quisiera hacer con ella. Además, a pesar de que se encontraba atada y a merced del intruso, aquel gesto le pareció curiosamente cálido y desprovisto de toda amenaza… Por primera vez en toda aquella noche de locura Paula se sintió extrañamente segura.

Entonces, en muda respuesta, el hombre soltó las correas que sujetaban la mordaza de bola en torno a la cabeza de Paula y se la sacó de la boca, permitiendo que tragara varias veces la saliva acumulada en su boca.  

Pero el descanso de Paula duró poco… Primero le desató los pies y, obligándola a girar sobre sí misma, quedando con los brazos incómodamente cruzados, la colocó boca abajo, para luego atarle los tobillos juntos, luego le desató una mano y, después de masajearle levemente la muñeca, se la colocó a la espalda, procediendo igual con el otro brazo, para entonces esposarle las manos a la espalda mientras Paula escuchaba el ominoso chasquido del cierre de las esposas que volvían a mantener sus manos inmovilizadas…

El hombre siguió con su plan y, tumbada boca abajo como estaba, la obligó suavemente a flexionar las piernas hasta tocarse las nalgas con los talones, y entonces sujetó la cuerda que rodeaba sus tobillos a la cadena de las esposas, dejándola completamente inmovilizada…, “¿Cómo un cordero que se lleva al matadero…?”, se preguntó Paula

Entonces la hizo girar sobre sí misma, colocándola otra vez boca arriba en el centro de la cama, y se inclinó sobre ella para besar fieramente sus labios entreabiertos… Ella se dejó devorar la boca por sus labios apasionadamente, sin saber si corresponder o no, mientras la palabra “dueño” retumbaba en su cabeza y se sentía mareada ante la perspectiva de ser sometida por aquellas manos que exploraban todo su cuerpo desnudo, que el cuerpo de aquel hombre se dedicara en alma a la fantasía que durante años había reprimido y que ahora pugnaba por salir… y sabía que sería realizada esa misma noche…

Finalmente, sus manos la obligaron a separar las rodillas, dejando su sexo completamente expuesto ante su vista, para hacerle lo que quisiera…, y, poco a poco Paula sintió cómo se inclinaba sobre ella y notó su aliento entre sus piernas, justo antes de sentir cómo sus ágiles dedos tanteaban sus labios vaginales, abriéndola lo suficiente como para que su boca descendiera sobre su coño, con su lengua buscando su clítoris…

“¡Ooooooohhhhh, Dios…!”, - acertó a gemir Paula, sintiendo cómo su vagina se inundaba de flujos cuando sus dientes encontraron el hinchado botón entre sus piernas, mordisqueándolo ligeramente, lamiéndolo con ansia mientras sus ágiles dedos entraban y salían de su coño, 

”¡Esto es mejor que el pingüi, ¿eh, Paulita?!”, - alcanzó a pensar la chica mientras un potente orgasmo empezaba a crecer en su interior por más que intentara contenerlo… Aquel hombre desconocido y autoritario estaba consiguiendo que su cuerpo se sintiese como un volcán en plena erupción… y ella no quería permitir aquello de ninguuuuuuna de las maneraaaaaaaaaas… Paula siiiiiiiiempreeeeeeeee,…, ooooohhhhhhhhhhh, síííííííííííí…, Paula siempre tiiiiiiiiene que conseeeeeeeeeeeervar el controooooooooooooool…

“¡Oh, Dios santo, me está forzando y me acabo de correr otra vez como una loca!” – pensó Paula mientras intentaba recuperar el control de su respiración y de su propio cuerpo traidor…

              Dejándola un poco de tiempo para que ella se relajara después de su orgasmo, el desconocido se acomodó junto al maniatado cuerpo de la chica mientras ella sentía cómo los dedos de una de sus manos recorrían su anatomía desnuda

Paula, mientras tanto, se dejaba hacer dócilmente, permitiendo que aquel hombre acomodara su cuerpo a su antojo, sin prestar resistencia, porque, ya completamente segura de que no pretendía hacerle daño alguno, solo sentía el placer de ser tocada y follada como él lo estaba haciendo y lo único que deseaba en lo más recóndito de su mente era seguir sintiéndose así

Al poco, Paula sintió cómo las manos del hombre la obligaban a voltearse, colocándola a cuatro patas sobre la cama, con las manos aún esposadas, sin atreverse a moverse de como él la había dejado mientras volvía a atarle los tobillos a las esquinas inferiores de la cama.

Teniéndola sometida, a cuatro patas, con sus enormes pechos colgando sobre la cama, el hombre se colocó de rodillas delante de Paula, y ella, aún sin ver, supo lo que esperaba de ella en cuanto sintió su mano posarse sobre su nuca…, era su turno. Ni siquiera se dio cuenta de cuándo comenzó a chuparle la polla…

Estaba a cuatro patas, atada e indefensa, sintiéndose profundamente humillada por haber permitido que la hiciera correrse tan salvajemente contra su voluntad, y las lágrimas caían de sus ojos, mojando la venda que los cubría, pero aun así levantó las manos juntas para sujetar su endurecida polla mientras con la boca recorría toda la venosa superficie y dejaba entrar su calor y humedad dentro de su boca.

El hombre no hacía nada. No lo necesitaba. Simplemente estaba quieto delante de ella, con su miembro viril entrando y saliendo de la boca de la chica a un ritmo cada vez más rápido, inclinándose para cogerle los pechos de vez en cuando, tironeando ligeramente de sus pezones…

Finalmente, él empezó a gemir mientras ella seguía comiéndole la polla, metiéndosela cada vez más adentro, aunque nunca entera porque era demasiado grande.

Durante un segundo pensó que con el tiempo le entraría toda. Fue un pensamiento asqueroso. Fue un pensamiento que la hizo sentir una llamarada por dentro. Fue las dos cosas y ninguna. Apenas una fracción de segundo...

Después aquel hombre empezó a eyacular.

Entonces y sólo entonces le sujetó la cabeza con sus manos para que su polla bombease toda la lefa dentro de su boca, derramándose por la garganta de la chica, que sufrió una arcada. Aún tardó un rato en terminar de convulsionar y de llenarla la boca con su semen. Cuando terminó, después de que Paula se hubiera visto obligada a tragar todo lo que podía, le sacó el miembro de la boca y soltó su cabeza, dejando que las últimas gotas resbalaran por la comisura de sus labios.

Paula dejó caer la cabeza, sintiéndose derrotada y humillada…, pero también extrañamente plena y satisfecha…, como una hembra orgullosa de haber satisfecho a su macho.

Por un momento pareció que el intruso iba a separarse de la chica sin más, pero, tras un momento de vacilación en que el tiempo pareció pararse, ella lo sintió alargar la mano y agarrarla por la barbilla, obligándola a levantar la cabeza…, sintiendo, ya que no podía ver con la venda, cómo la miraba con…, ¿cariño?...

Paula se sentía completamente desconcertada y su cabeza era un torbellino de pensamientos y sentimientos encontrados… Aquel hombre la había drogado, desnudado y atado…, la estaba forzando sexualmente… ¿y a ella le parecía que la estaba tratando con… cariño?

Y, otra cuestión… ¿por qué había dejado de resistirse a él? ¿De verdad estaba disfrutando mientras la tocaba de aquella manera?... Paula ya no sabía qué pensar… ¿Sería porque a la parte de su ser que se identificaba con Mya le gustaba aquel “sexo duro”, o era porque ella misma, la propia Paula, a pesar de lo que él la estaba obligando a hacer, no se sentía nada amenazada desde hacía mucho rato…, y porque lo estaba disfrutando como una loca?...

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CAPÍTULO SEIS. De cómo la dulce Paula obtiene el premio que dejó escapar de la sexy Mya_27

 

Entonces, mientras la cabeza de Paula era un verdadero torbellino de ideas, él se desplazó por la cama y la chica sintió a su espalda cómo se arrodillaba entre sus piernas, detrás de ella, y metía un par de dedos en su vagina, mientras que con la otra mano distribuía todos los fluidos vaginales que chorreaban por sus piernas desde su empapado coño hasta su esfínter. Entonces ella se dio cuenta de sus intenciones e intentó girarse a mirarle sin ver con cara de súplica.

“No, por favor... No me hagas esto... Nunca lo he hecho por ahí…” – le dijo, suplicante, aunque no movió un centímetro de su cuerpo – “Por favor..., no, no…, he hecho todo lo que has querido…, pero eso no…, por favor”

El hombre no respondió, sólo puso la mano en el cuello de la chica y empujó levemente su cabeza hacia abajo, obligándola a apoyarla sobre la almohada…

Paula se dio cuenta en ese momento de que iba muy en serio y sabía que aquello no iba a ser como cuando se metía el plug de la colita, por lo que estuvo tentada de probar nuevamente a soltarse de las ataduras de sus tobillos, sabedora de que no podría liberarse de las esposas en torno a sus muñecas, pero, finalmente, no se movió, sino que mantuvo sus ojos ocultos tras la venda que los cubría fijos en donde intuía a su captor, al tiempo que él persistía en su movimiento, con su dedo hurgando en la entrada de su culo…

“Cabrón...”, - dijo finalmente, rindiendo sus defensas y clavando su rostro en la almohada, para finalmente decirle – “... hazlo con cuidado..., por favor...”

No le contestó, obviamente, ni ella lo esperaba, y entonces, motivado por las sostenidas caricias de su mano libre entre sus piernas, un gemido más fuerte salió de la boca de la excitada chica, dándole carta abierta a él para continuar.

El hombre se colocó sobre ella, entre sus piernas, y enfiló su verga directo a su culo, que a pesar de la lubricación estaba seguro de que daría batalla, y agarró a Paula, colocando sus manos en sus caderas, con su glande rozando la entrada de su culito.

“¡Síííí, Dios, cómo me pones, cabrón...!” -dijo ella tras unos cuantos segundos sin respuesta, sintiendo como unos leves movimientos de su cadera hacían que la punta de su polla golpeara lentamente la entrada de su culo, sin llegar a penetrarlo - ... “hazme tuya..., hazlo de una vez…”

Y con un golpe de cadera el intruso enterró al menos la mitad de su verga en su culo. Un fuerte grito retumbó en la habitación, mientras que el cuerpo de Paula se tensaba al sentir la invasión que, aunque esperada, era desconocida. Su cuerpo se tensó y él pudo sentir el dolor inicial que sufría la indefensa chica mientras que, de su parte, mantenía su verga firmemente ensartada en ese culo que tantas noches había soñado sodomizar.

Tras un par de minutos de inmovilidad y al sentir aflojar su cuerpo, relajando la tensión inicial, él procedió a meter el resto de su polla en el culo de Paula, quien, a pesar de que se tensó y arqueó la espalda nuevamente, sólo duró unos segundos, casi como para recuperar el aliento nuevamente.

Desde ahí todo fue dejarse llevar por la lujuria; lentamente empezó a embestir las nalgas ofrecidas de la chica, sacándole en cada embiste un gemido cada vez más sugerente, mientras sentía claramente como ella también estaba gozando de aquella primera vez y empezó a azotar fuertemente sus nalgas cada vez que su polla entraba como un pistón a presión en su apretado esfínter.

“¡Oh, Dios, si..., si..., me encanta...!” - dijo entre jadeos y gemidos, levantando aún más si cabe su culo para que el miembro del hombre pudiera penetrarlo a placer mientras sentía la intensa picazón de cada golpe que caía sobre sus nalgas – “¡...dame fuerte..., azótame fuerte, así, cabrón…, más…, rómpeme el culo de una vez!”, comenzando a morder la almohada que apretaba entre sus manos en un vano intento de no gritar del placer que estaba sintiendo.

Oírla pedir que la penetrara analmente con más fuerza fue el final de la resistencia y el autocontrol de aquel maldito hombre, que, con toda la fuerza que pudo darle a sus caderas, no se anduvo con tonterías y empezó a montarla con contundencia. Sus embestidas eran tan fuertes que hacían balancear sus tetas sin control mientras Paula jadeaba con la misma cadencia con la que él le daba por el culo.

“¡Agh!  ¡Agh!  ¡Agh!  ¡Agh!  ¡Agh!” 

El hombre la sodomizó duramente con gesto imperturbable, y reventó el culo de la ya sometida chica hasta que un gemido de muerte le indicó que ella alcanzaba su primer orgasmo anal, y eso provocó que él mismo se corriera dentro de su culo con un placer indecible, mientras Paula sentía su verga contraerse y estirarse dentro de su culo, disparando su carga de semen en sus entrañas al tiempo que su “violador” pegaba su cuerpo a su espalda, hasta, finalmente, dejarse caer con todo su peso sobre la espalda de la chica hasta que sus piernas no aguantaron más, obligándola delicadamente con su cuerpo a tumbarse boca abajo sobre la cama, con él encima de ella y aún dentro de su cuerpo, mientras ambos sentían cómo su erección iba menguando y luchaban por recuperar la respiración…

Poco después, tras un breve descanso, el hombre sacó su miembro del trasero de la agotada muchacha, que se sintió extrañamente vacía, le desató las piernas y se dejó caer con un hondo suspiro al lado de Paula, quien, totalmente entregada, se dejó abrazar por él y se acurrucó entre sus brazos, arrimando su cuerpo al suyo, casi dejándose acunar dulcemente, sin querer que aquella placentera sensación se acabara nunca.

Sin embargo, tras lo que Paula no sabría decir si fueron minutos u horas, la chica sintió cómo aquel hombre le besaba la cabeza y se incorporaba lentamente, como intentando no perturbar su descanso… Le sintió levantarse de la cama y escuchó el roce de la ropa mientras él se vestía, pero ella no se sentía con fuerza suficiente como para quitarse la venda que cubría sus ojos y así descubrir quién era su intruso nocturno… Además, ni siquiera estaba segura de querer saberlo…

Sin embargo, mientras sentía cómo su misterioso asaltante nocturno, después de liberar sus manos de las esposas, se alejaba en la oscuridad de sus ojos vendados, la chica le escuchó decir las únicas palabras que salieron de su boca en toda la noche.

- “Te avisé de los peligros de una cita… a ciegas, Paulita”

Y, de pronto, en lo más profundo de su mente, aun tan cansada como estaba después de la intensidad de la experiencia vivida, Paula supo quién era realmente el hombre que había dominado su cuerpo y sus sentidos de aquella forma durante toda aquella excitante noche,… ¡y no era chico_24_madrid!... ¡Sólo una persona la llamaba así!.

Mientras oía cómo se cerraba suavemente la puerta de su habitación, Paula se acurrucó entre las revueltas sábanas de su cama y ronroneó como una gatita, satisfecha, mientras Mya, su personalidad más atrevida, se hacía presente en esos momentos previos al sueño, maquinando ya sobre cómo organizar otro…, “sorteo”…

“¡Dichosos abogados! Fer, te voy a tener que matar… ¿Por qué me has hecho esto?... ¿Cómo has conseguido ponerme así?... ¡¿Y cómo te has librado de Lucía?!”, pensó Paula, sólo unos instantes antes de dormirse, queriendo sentirse un poco furiosa con él por aquel engaño, pero lo único que consiguió fue sonreír para sí y quedarse abrazada a la almohada que había mordido con tanta ansia durante su primera sodomización, y que ahora tenía claro que no quería que fuera la última…

 

FIN… ¿o no?

 

 

 

 

 

La peor tarde de Yola (completo)

La peor tarde de Yola fergo2018     De cómo puede cambiar la vida en una ta...