LA WEBCAMER Y SU FAN NUMER ONE
LA WEBCAMER
Y SU FAN NUMBER ONE
La aventura de Mya_27, una
webcamer erótica, cuando sortea una cita a ciegas con ella entre los usuarios
de su webcam… y nada sale ni cómo ni con quién ella esperaba
Dedicado a Paula…, por encargo de Mya,
¿O era al revés?... No sé, habrá que
preguntárselo en su sala de chat
CAPÍTULO
UNO. O de cómo la dulce Paula se convierte en la sexy Mya_27, webcamer erótica
Paula aún maldecía la hora en que se le
ocurrió proponer aquel estúpido sorteo de una cita con ella en su sala del chat
erótico… No había sabido controlarse a tiempo, pero le pasaba cada vez que
dejaba que el papel de Mya, su alter ego en la webcam, la absorbiese
completamente
Paula era una chica de 28 años con curvas,
pero unas curvas de esas que volvían locos a los hombres, al menos, a juzgar
por el éxito de las emisiones de su web erótica…
“¿A quién quiero engañar?, - pensaba ella
para sí misma -, “¿Erótica?... ¡Si no puede ser más pornográfica!”… Pero sabía
que Mya no estaría de acuerdo con ese pensamiento…
Sería mentirse a sí misma no confesarse que
le producía un cierto placer morboso la idea de exhibir su cuerpo ante los
tíos, - y tías, ¡oh, sí! -, que se conectaban a su webcam cuando emitía,
sabiendo como sabía que se excitaban cuando se tocaba y acariciaba sus grandes
pechos, aun cubiertos por sus sujetadores de ensueño, o cuando les enseñaba,
casi al descuido, el lunar que tenía en el pecho derecho, un poco más arriba de
su pezón, o cuando gemía al vibrar el lush metido profundamente en el interior
de su vagina ante las aportaciones de monedas virtuales, o cuando deslizaba su
pollón de plástico entre sus pechos o lo mamaba sensualmente, como si fuera una
polla de verdad…, y últimamente sabía que se salía con su colita de zorra con
un plug anal o su inseparable pingüi, su imprescindible succionador de
clítoris…, mientras las monedas comenzaban a caer al ritmo de las peticiones
que le hacían y más y más usuarios comenzaban a seguirla en el chat de sexo
amateur.
“Ay, Fer, ¿para cuándo podré tener mi hush
vibrando en mi culito?”, - pensó Paula, esbozando una sonrisa pícara,
recordando una apuesta reciente con uno de sus “habituales”…, fergo2018, con
quien compartía confidencias de vez en cuando a través de su cuenta de Twitter
y que siempre solía conseguir hacerla reír cuando le decía que quería conocer a
Paula, no a Mya…, y que su fascinación por ella era más emocional que sexual…,
sin descartar un poquito también de esto último, claro.
La chica aún recordaba cómo empezó todo, cómo
la simpática Paula, una chica normal, había acabado convertida en la pasional
Mya_27, webcamer erótica, hacía ahora unos 12 meses, cuando había entrado en la
sala de aquel chico, en novatas-tv…, y lo persistente que podía llegar a ser.
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Casi un año antes, en la habitación de Paula, en casa
de sus padres…
-
“Ponme la cam, xfa… Quiero verte”
Con
esta frase de aquel chico en una sala de chat de novatas-tv empezó todo…
Paula
nunca se había sentido observada por webcam, ni sabía qué sensación le
produciría, así que le dijo que no, pero no pudo evitarlo y se sintió sumamente
excitada, así que mientras esperaba que él respondiera algo, fue corriendo a
cambiarse de ropa y ponerse algo "más sugerente"… Una camiseta de
tirantes que marcara bien frente a la cam el generoso escote entre sus grandes
pechos, enmarcados por uno de aquellos sujetadores tan sugerentes que a Paula
le encantaba comprarse desde que su pequeño sueldo le permitía algún que otro
capricho de lencería.
Había
decidido probarlo, para qué negárselo a sí misma, la excitaba tanto la idea… y
algo dentro de ella iba tomando un aspecto cada vez más húmedo…, justo entre
sus piernas.
Paula
encendió la cam…, aquel escote se veía reflejado en la pantalla y le hizo
gracia verlo y comprobar la excitación que le producía tocar sus pechos por
encima de la camiseta y del sujetador…, su sexo se encharcaba por momentos, y
bajó ligeramente la camisetita para que el chico pudiera ver mejor sus pechos,
grandes, voluminosos, sensuales, con el lunar en el pecho derecho, un poco más
arriba del pezón…
Metiendo
sus manos bajo la tela del sujetador, se los sacó lo suficiente como para que él
pudiera verle los pezones, erectos, duros como piedras, deseando más, y, casi
sin pensarlo, se empezó a levantar sus pechos hacia arriba, tratando de
alcanzar suavemente con la boca los pezones que, agradecidos, parecían
estirarse para lograr unirse con su lengua. Mmmmmm más, Paula empezaba a querer
más.
- “Baja
más la cam, quiero ver tu coñito”
La
excitación estaba creciendo en el interior de Paula a pasos agigantados, y no sabía
si se atrevía a aventurarse más en ello, pero, en el fondo, le encantaba la
idea de que aquel chico detrás de la pantalla la estuviese mirando mientras se
masturbaba y que le fuera comentando lo cachondo que ello le ponía.
Algo
dentro de ella rompió la barrera de sus dudas y se levantó para, dándole la
espalda a la cam, mostrarle cómo se iba quitando las braguitas que llevaba
puestas, presentándole su culito respingón, antes de irse a por un consolador con forma de
polla bastante grande que tenía escondido en un cajón de su cómoda para que su
madre no lo encontrase al limpiar o al colocar la ropa…
Al
volver, lo puso delante de la cam para que lo viera y, después de enfocar la
cam hacia abajo, entre sus piernas, se lo introdujo en su coño, entrando con
mucha facilidad de lo lubricada que se sentía, mientras la cam recogía la
acción como mejor permitía aquella posición forzada y ella veía en su propia
pantalla cómo el consolador entraba y salía, dándola placer una y otra vez,
cada vez más fuerte…
Pero
ya no era suficiente para Paula, sorprendida de sí misma, de la libertad y el
poder que le proporcionaba sentirse observada, y con solo el aliciente de las
frases que aquel chico le dedicaba, cada vez más excitado, haciéndola ser consciente
de que su polla estaría a estallar…Paula decidió ir aún más allá…
A
partir de aquel mismo instante algo había cambiado en Paula, ya no era que
experimentara una total falta de pudor, eran ganas de dar espectáculo lo que
sentía, así que volvió a colocar la cam en su posición original, proporcionándole
una imagen de sus pechos siendo ya magreados fuertemente por sus propias y desesperadas
manos, y se abrió de piernas, colocando los pies encima de la mesa, mostrándole
a la cam la mejor vista de su coño, que, después de deslizar sus manos por su
cuerpo, fue abriéndose para el chico, muy despacio, para acabar volviendo a introducirse
en su interior la gran polla de goma…
A
Paula la excitaba sobremanera que la follaran a cuatro patas, con su pareja de
rodillas entre sus piernas abiertas, y que se la metieran sin piedad y bombearan
su coño en un frenético mete y saca hasta que no les quedaran fuerzas, pero, en
aquella ocasión, sola en su habitación de casa de sus padres, delante de una
pantalla desde la que él sólo la miraba mientras ella se lo metía y sacaba,
clavándose el juguete erótico hasta lo más profundo de su vagina…, cambiando de
posición para darle el mejor ángulo de visión de cómo la penetraba…, sabiéndole
a punto de correrse y disfrutando de ello, cada vez más fuerte, más duro,
mientras la chica, completamente desatada, notaba cómo su coño parecía querer engullir
toda la enorme longitud del pollón, sintiendo cómo sus ansias sexuales eran sometidas
por una polla de goma y por el deseo de ser observada mientras se masturbaba…
Finalmente,
notando cómo se acercaba su inminente orgasmo, Paula se sentó sobre la polla de
goma, notando cómo la penetraba hasta quedar profundamente alojada dentro de su
cuerpo, y sintió que ya solo necesitaba acariciarse el clítoris levemente para
poder correrse…, y lo hizo, - ¡vaya si lo hizo! -, sintiendo cómo sus fluidos
vaginales resbalaban por sus muslos para él, su observador desconocido, notando
cómo la recorría una fuerza arrasadora que nacía en lo más hondo de su vagina,
ahogó un quejido más fuerte que los anteriores de placer, de un placer intenso,
inigualable…, y se corrió como una loca, dando gracias mentalmente de que sus
padres no estuvieran en casa, o no habría sido capaz de explicarles el por qué
de sus gritos de placer.
Aquel chico había logrado romper una barrera de tabúes
en Paula, la primera vez que se masturbaba ante una cam, sin vergüenzas, sin
prejuicios…, la primera vez que se corría como una loca delante de un
desconocido que la había mostrado las posibilidades de aquel sexo virtual…, y
aquella sólo fue la primera vez de muchas, porque, desde aquel día, Paula se
había creado una cuenta en novatas-tv con el nick de Mya_27, y había comenzado
a emitir su propia webcam erótica…
En su sala, en su mundo virtual, ella era el Ama, la
dueña…, y cuando la dulce Paula se convertía en la sexy Mya_27 se sentía a
gusto con ello, pero nunca pensaba
romper tres reglas que la prudencia de Paula la hacían respetar siempre: NUNCA
decía de dónde era, NUNCA decía su verdadero nombre, y SIEMPRE era muy
cuidadosa con el encuadre de su cámara para que NUNCA se viera su cara.
Fugazmente, a veces, mientras se cambiaba de sitio, sí se veía su rostro
durante un segundo, pero salía desenfocado por el movimiento…
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CAPÍTULO DOS.
De cómo la sexy Mya_27, organizadora del evento, en el momento de la verdad
deja que sea su yo real, la dulce Paula, la que se enfrente a la realidad de su
cita a ciegas.
“Salvo el capullo de Fer, jejejejeje, que,
aún no sé cómo, consiguió sacarme una captura de pantalla en el momento justo
en que se veía mi cara”, - pensó Paula mientras centraba su mente y dejaba de
divagar sobre el pasado y sus comienzos como webcamer y sonreía al pensar en su
reciente y virtual “amigo” -, “Aunque siento que puedo fiarme de que él nunca
lo haría público y, además, me prometió borrarla porque se me veía horrorosa
con la escasa calidad de la imagen”.
Casi un año después de inaugurar su sala en
el chat de sexo amateur, ya viviendo en su propia casa con una amiga, Lucía, y
con motivo de su primer aniversario como webcamer, Mya, el alter ego erótico de
Paula, tuvo una “genial” idea…, ¿por qué no sortear una cita con ella entre los
usuarios de su webcam?... No sólo le producía morbo la idea, sino que también
podía ser un buen reclamo para conseguir las aportaciones de los más roñosos…
¡Una cita con Mya_27 a sortear entre los cinco usuarios de su webcam que más monedas
aportaran en el plazo de una semana!..., jajajajajaja. ¡Aquello sonaba súper
excitante, porque, incluso, cabía la posibilidad de emitir el “encuentro
posterior” en casa de la chica y, como cada vez que se metía en el papel de
Mya, Paula se dejó arrastrar por aquella sensación de euforia!
Sin embargo, sentía algo de pena al pensar en
alguno de sus “habituales” con los que estaba más encariñada, que no podrían
participar en aquel loco concurso, bien por falta de recursos económicos para
comprar monedas, o bien por problemas de desplazamiento, aunque participaran aportando
monedas y llegaran a ganar el sorteo… El casi siempre callado pero omnipresente
Tito, un encanto, Fer, el abogado, que se había lanzado a la piscina retándola
a que era capaz de hacer que se corriera exclusivamente a base de aportaciones
de monedas al lush, aun sabiendo que no iba a conseguirlo, sólo porque quería
estrenarlo “a solas” porque se lo había regalado él…, ¡siempre tan en todo!, tanto,
que siendo de los pocos que conocían su nombre real o de dónde era, la había
avisado de los peligros que podía conllevar una cita a ciegas en aquellas
condiciones y violando todas sus propias reglas…
Al pensar en ellos, en los usuarios que más
frecuentaban su sala cuando emitía, Paula no pudo evitar sentir un ligero
estremecimiento y que un escalofrío recorriera su espalda al imaginarse que
sucedía lo contrario… ¡Que cualquiera de ellos ganase el premio mientras no
ganase carre!..., pensó la chica. Obviamente, no conocía físicamente a
carreidas68, pero siempre le había parecido un viejo verde y prepotente, muy
pagado de sí mismo, y no podía evitar una levísima mueca de disgusto cada vez
que veía aparecer su nick en la pantalla durante sus emisiones… ¡En fin, a ver
cómo salía de aquello!
Finalmente, el ganador resultó ser un nick
llamado chico_24_madrid, del que Mya poco podía decir por sus comentarios y
peticiones en el chat, salvo que, sorprendentemente, había podido realizar
importantes aportaciones de monedas en el último tramo del plazo previsto para
la conclusión del juego…, - haciéndola correrse de gusto por el camino con los
latigazos vibratorios del lush, por cierto…-, pero nada más sabía de él, ni su
edad, - ¿24? -, ni su físico, ni su forma de ser…, salvo que, en el plazo de
una semana, iba a quedar a cenar con él y luego, si todo salía bien y había
buen feeling entre ambos, iban a realizar la emisión del Día de San Valentín,
juntos…
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Por fin había llegado el tan esperado día de
su cita a ciegas con su “fan number one”, como Mya había catalogado el sorteo.
A
Paula le encantaba la lencería sexy, y su armario rebosaba de prendas aptas
para poner cardíaco a cualquier tío, pero, para aquella noche, por si
finalmente surgía la ocasión y el chico le gustaba y emitían juntos, había
seleccionado un body de raso de un color rojo intenso, con blondas de encaje
tapando los pechos y sobre las caderas con una cinta entre sus pechos que
acababa rodeando su cuello, y que aún no había estrenado nunca, sabedora de que
ningún hombre sería capaz de resistirse a sus manifiestos encantos cuando
apareciera ante él vestida…, o desvestida, con aquella prenda tan sexy y
provocativa… Esperaba poder estrenarla esa noche…
Por la tarde, con tiempo suficiente como para
prepararse con tranquilidad, Paula entró en su casa y cerró la puerta, -
gracias a Dios que Lucía no estaba en casa, porque lo último que Paula necesitaba
en aquel preciso instante era tener que mantener una conversación
intrascendente con su amiga para que ésta no sospechara nada -, dirigiéndose
primero a la cocina a encender el termo y a su cuarto para soltar el bolso, se
quitó los zapatos y se dirigió al baño, dejando la puerta medio cerrada, abrió
el agua caliente de la ducha y se fue desnudando lentamente, dejando caer la
ropa a sus pies, para luego bajar del todo la persiana, quedando casi a
oscuras.
Ya desnuda, se metió en la bañera, cogiendo el
teléfono y colgándolo de su soporte de la pared, puso su cabeza debajo del
chorro de agua, apoyó las dos manos en la pared y cerró los ojos…, le encantaba
ducharse a oscuras, la relajaba, hacía que se sintiera en calma y es lo que en
ese momento necesitaba, sintiendo en su interior la angustia hacia lo
desconocido con lo que pudiera encontrarse aquella noche…, y Paula quería
sentir que mantenía el control…, lo necesitaba…, ¡ella no era capaz de dejarse
llevar como cuando era Mya!
Se
dejó envolver por el agua caliente durante unos instantes, sintiendo cómo
resbalaba por su piel, antes de coger el bote de gel y poner un poco sobre su
mano, empezando a frotarse el cuello, hombros, brazos y pechos, masajeándoselos
un poco, pellizcándose ligeramente los pezones, antes de continuar enjabonando
todo su cuerpo.
Cuando ya estaba completamente enjabonada y abrió el
grifo, el agua empezó a salir de la alcachofa con fuerza y calor, sobre su
cabeza, sobre sus pechos y la espuma comenzó a resbalar por todo su cuerpo mientras
Paula iba bajando las manos sobre su piel, hasta llegar a su sexo, arqueando
las caderas hacia delante para dejar que el fuerte chorro de agua cayera
directamente sobre su clítoris, empezando a sentir un cosquilleo que avanzaba
sobre toda su piel y la erizaba.
El chorro cada vez le parecía más intenso, más
caliente, y más placentero, y mientras movía sus caderas, abrió aún más las
piernas y deslizó una mano por su vientre hasta llegar a la entrada de su
vagina y, despacio, se introdujo un poco un dedo hacia dentro, que cuando iba
subiendo de regreso, quedaba oculto entre sus hinchados labios vaginales.
Cuando llegó al final, a su clítoris, hizo presión,
fuerte, para sentir como palpitaba bajo sus dedos, y comenzó a mover sus dedos
muy lentamente, en círculos, sintiendo punzadas de placer con cada roce en esa
pequeña parte de su cuerpo, sintiendo cómo su coño se mojaba, llevó su dedo
medio a la entrada de su vagina y se penetró ligeramente, hasta la falange,
apretando los músculos vaginales.
En ese momento Paula ya gemía del placer que se
provocaba a sí misma, y prosiguió pellizcándose fuertemente un pezón con la
mano libre mientras sacaba el dedo de su
vagina para continuar mimando su clítoris, está vez más rápido y fuerte,
sumando un dedo más, haciendo presión, pellizcándoselo...
Sus caderas comenzaron a moverse por sí mismas y la
chica gemía cada vez más fuerte, sin parar de frotar y pellizcar su clítoris
hasta que un orgasmo, fuerte y penetrante, recorrió su cuerpo como un latigazo
mientras sus gemidos se mezclaban con el sonido del agua que corría bajo sus
piernas… Hacía tiempo que Paula no tenía un orgasmo en la ducha, pero, después
de la tensión del día, y sin saber qué esperar de aquella noche, se había
quedado muy a gusto, relajada…, sin soluciones, eso sí, pero ese rato había
sido muy, pero que muy excitante y placentero. Y salió de la ducha tras unos
segundos decidida a comerse el mundo…
Además,
la rutina de arreglarse para la cita hizo que se tranquilizase todavía más. Se
puso las cremas y, con las pinzas, repasó que todo su vello estuviera perfecto.
Delineó y pintó sus labios de un rojo intenso, la línea de los ojos y poco
maquillaje más... Se recogió el pelo para que su cara quedada enmarcada, libre,
perfecta.
Tras
un leve momento de duda, decidió ponerse ropa interior. Después de pensarlo
mucho, eligió un conjunto negro de tanga y sujetador muy transparentes y con
algún detalle de lencería excitante… Paula no quería dar imagen de puta, - aunque
debía reconocer que como Mya la tentación sí que la tuvo -, pero sí quería
ofrecer una imagen sexy, acorde con la chica del chat que su cita conocía.
El
tanga le encajaba perfectamente, desapareciendo entre sus nalgas, enmarcando sus
labios vaginales por delante con su minúsculo triangulito y alzando las tiras
laterales por las caderas, estilizando la figura femenina, marcando las formas
onduladas de sus caderas. Prácticamente
sólo eran unas tiras de tela, pero que estuvieran allí le excitaría muchísimo
más que ir desnuda bajo el vestido. El sujetador prácticamente no tapaba nada
de transparente que era. Dos triángulos de tela que sólo alzaban sus pechos y
los apretaban entre sí para crear el canalillo justo, con el detalle del
colgante que iba a ponerse quedaba a la altura ideal, al inicio del sensual
valle entre sus pechos.
Luego,
a pensar en el vestido… Tenía que enmarcar su figura, eso seguro, pero también
tener distinción… Debía parecer sensual y sofisticada. Mejor un vestido ligero,
pero que le cubriera los pechos. Al final escogió uno negro, con tiras en los
hombros para tapar las del sujetador y escote justo para cubrir lo que llevaba
debajo y nada más. Era perfecto para el colgante que quería llevar y sus
grandes pechos, dejando la media espalda libre y los hombros suficientemente a
la vista. La cintura era ceñida, sin cinturón, y corto por debajo, a medio
muslo, con faldita abierta del lado izquierdo hasta justo debajo de sus nalgas,
sólo dos dedos más de tela, ideal para insinuar, pero sin ser descarado, falda
abierta con algunas vueltas. Al sentarse podría cruzar las piernas elegantemente
sin mostrar más que lo pudoroso, pero permitiendo ver sus muslos perfectamente.
Naturalmente, para completar, zapatos de un negro brillante, abiertos, con
tacón alto y fino. Un pequeño bolsito completaría el conjunto de negro con
llaves, móvil, tarjeta, documentación y poco más.
Al
acabar se contempló en el espejo un buen rato tirando de aquí y de allí hasta
que se dio cuenta de que parecía exactamente lo que debía parecer, ni más ni
menos… Una atractiva y curvilínea joven que, a la vez, era terriblemente
sensual y que atraería todas las miradas allí donde fuera, eso no lo dudaba...
Sus nalgas quedaban perfectamente resaltadas, pero no
marcadas como con vestidos elásticos, simplemente, decían: “Estamos aquí”,
perfectas, insinuadas, no mostradas impúdicamente. El escote mostraba dos
pechos alzados y firmes, un poco del canalillo, lo justo para saber que
escondía todo tipo de placeres para el afortunado que tendría que ganarse los
favores de esa terrible hembra que le sonreía desde el reflejo del espejo… No
pudo evitar sonreír, con sus labios perfectos e insinuantes, pícara...
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CAPÍTULO TRES.
De cómo Paula daría cualquier cosa por ser siempre como la alocada Mya_27, o de
cómo se recuerda a sí misma por qué no quedaba con sus admiradores de internet
La cita no pudo empezar de peor forma… chico_24_madrid
resultó ser un chico de unos veintitantos años, guapete y con un físico
decente…desde detrás de la pantalla del PC, que se quedó boquiabierto y
ojiplático al ver a la diosa que se le apareció en el lugar de la cita…, pero
tan inmaduro y aburrido en la realidad que hasta Mya se hartó de intentar coquetear
con él a la media hora y dejó que la dulzura de Paula “toreara” la noche como
pudiera!...
Pero Paula, privada del desparpajo que le
suponía su papel de Mya y perdido el anonimato del chat, se sentía demasiado
bloqueada por la situación como para saber salir del atolladero, porque…,
porque…, porque, si todo hubiera salido como se suponía que debía de haber
salido, había prometido que esa noche Mya_27 iba a emitir en su chat con aquel
chico… ¡pero a Paula eso ni se le pasaba por la cabeza!...
“¡Oh, Dios, ¿en qué lío me he metido?!... ¿En
qué lío me he metido?... ¿En qué lío me he metido?...”, se repetía Paula una y
otra vez, como un mantra, mientras su desesperación arruinaba cualquier
posibilidad de que aquella cita acabara saliendo bien…
Desde aquel momento, y durante toda la velada, aunque Paula sabía en su
fuero interno que nada de aquello iba salir bien, su tozudez innata la hacía
persistir en el intento, sin atreverse a decirle a aquel niñato lo que en
verdad le pasaba por la cabeza, que ella tenía que sentirse a gusto, inspirada
y excitada… ¡y que él no la ponía, vaya!... Pero aquellos pensamientos no
salieron de sus labios, ni siquiera cuando, ya avanzada la noche, llegó el
momento de que lo llevara a casa… ¡a su propia casa, por Dios!... “¿En qué
estaría pensando cuando…?”… Pero los nervios no la dejaron articular palabra
y…, cuando quiso darse cuenta ya estaban en su portal.
Por fin en casa, y con la mente aún hecha un lío, Paula le pidió al
muchacho que la esperara en su estudio mientras ella, ya en su cuarto se tomó
su tiempo para deshacerse del vestido, perchándolo debidamente, mientras que el chal y el bolso quedaron tirados en el
suelo sin miramientos, para luego darse una rápida ducha para
refrescarse…, necesitaba distanciarse para serenarse.
Al salir de la ducha, se secó rápidamente y, aún desnuda, se acercó a la cama para intentar concentrarse
en su próximo atuendo mientras sopesaba todas las posibilidades.
El body de raso rojo se enfundó en su piel con un
tacto satinado y fresco que la ayudó a tranquilizarse un tanto, pero la imagen
que conformaba en el espejo era más la de una chiquilla asustada a la que han
pillado probándose la lencería de su madre que la imagen de una sensual
webcamer.
“No, ahora tengo que relajarme” - se dijo a sí misma –
“A ver si podemos sacar algo de provecho…”
Se ajustó mecánicamente el body y se colocó los pechos
adecuadamente para que sobresalieran sobre el escote, simétricos. Ponerse las
medias fue un suplicio, especialmente por cómo le temblaban las manos y era
incapaz de ajustarlas en sus piernas situándolas correctamente para que la
costura vertical, aquella línea más oscura, quedara exactamente detrás.
Cercana ya a casi completar su espectacular atuendo,
Paula evitó mirarse al espejo antes de calzarse los zapatos de un negro
brillante con tacones de vértigo y, tomó un salto de cama de un tono
ligeramente oscuro pero transparente, y ya sí procedió a mirarse al espejo,
junto a la puerta, para poder ver el efecto final.
Respiró profundamente
tres veces y, decidida a ser valiente, cogió el salto de cama de tul
transparente y, mientras se lo ponía, fue hacia la puerta. De nuevo, tuvo que
pararse ante ella y tratar de regularizar su respiración.
Y, de repente, lo escuchó susurrar…
“Sí, tío, sí…, está
muy buena la jodía…, sí, como acordamos… Sí…, la he grabado, sí… ¡que sí, mientras
se desnudaba!… No, no se ha tocado… Ahora estoy esperando que salga…, sí…, ok,
ok…, luego os lo paso”
Paula no podía dar
crédito a lo que acababa de oír… ¡era la voz de Chico!... No sólo la había
estado espiando detrás de la puerta mientras se cambiaba… ¿sino que también la
había estado grabando mientras lo hacía?... ¡Y se lo iba a pasar a sus
amigotes!...
Abrumada mientras
todo su mundo saltaba por los aires, Paula retrocedió hasta el pie de la cama y
se dejó caer, sentada, enterrando la cabeza entre las manos, recordándose a sí
misma las razones por las que no quedaba con sus admiradores del chat… ¡Justo
para que no le ocurriera aquello!... ¡Y mira que la habían avisado de los
riesgos!... ¡Tenía que acabar con aquello!... Y Paula se levantó de la cama y
se encaminó hacia la puerta, pero menos como un ángel vengador que como una
condenada a muerte…
Escuchó para ver si
oía su voz de nuevo, pero todo seguía en silencio desde que había escuchado
aquella conversación, así que se armó de valor, puso la mano en el pomo de la
puerta y abrió con decisión, aunque sin saber muy bien cómo salir de aquella situación tan comprometida…
Paula salió de la habitación, con su cuerpo cubierto únicamente por el
escueto body, abandonada la negligee sobre la cama, decidida a decirle a Chico,
a quien esperaba encontrar ya en su estudio, esperándola para iniciar la
emisión con ella, que todo aquello era una enorme equivocación y que no podían
seguir, sin decirle nada más sobre lo que había oído porque no quería montar un
numerito afeándole que había descubierto su traición estando en su propia casa,
a solas con él…, pero, de repente, se percató de que algo no iba bien…
“¿Por qué está todo tan oscuro?... ¿Quién ha
apagado las luces?” – pensó la sorprendida chica. Entonces se dio cuenta de que no estaba sola. No le
había visto porque no encendió la luz, pensando que vería suficiente con la luz
que debiera provenir de su cuarto, donde la aguardaba Chico…, “¡Chico, ¡¿dónde
estás?!... ¡No te veo!” – casi gritó.
Entonces el hombre la agarró por detrás, sin dar
tiempo a que la chica reaccionara, tapándole la boca con una mano que no tenía
el mismo aroma que desprendía la colonia de Chico cuando la había besado en las
mejillas al presentarse. Por eso supo que no era él.
Con la otra mano tiró de su cintura para meterla en su
cuarto y llevarla hasta la cama, tirándola encima. El tiempo era confuso.
Parecía ir a cámara lenta y a la vez demasiado deprisa. Paula intentó patalear,
pero antes de darse cuenta tenía los brazos y las piernas inmovilizadas con
unas abrazaderas de plástico semirrígido, y entonces sintió un leve pinchazo en
el cuello y todo se volvió negro…
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CAPÍTULO CUATRO.
O de cómo un hombre toma de la dulce Paula el premio que un chico dejó escapar
de la sexy Mya_27
Poco a poco, la pobre Paula fue recuperando
la consciencia sin saber muy bien al principio qué le había pasado, sólo
llegaba a ser consciente de que se encontraba tumbada boca arriba en una cama,
algo mareada, y que le picaba un lado del cuello, y…, ¿por qué no entraba
ninguna luz por la ventana?...
De repente, al comenzar por fin a aclararse
su mente, se encontró con una venda o un antifaz cubriéndole los ojos, algo
duro y redondo entre sus dientes, impidiendo que pudiera articular palabras, y
mucho menos gritar, y atada en cruz sobre una cama, con las muñecas y los
tobillos muy separados y sujetos a las esquinas…, ¡y completamente desnuda!...
La aterrada chica comenzó a forcejear, en un
intento de liberarse de las ataduras, pero fue en vano, no estaban tan
apretadas como para hacerle daño, pero sí firmemente sujetas, manteniendo sus
extremidades ampliamente separadas, de forma que no podía ni intentar cubrir su
cuerpo… Tiró varias veces, arqueando su cuerpo desnudo sobre la cama, aunque
no hubo forma de que disminuyera la presión sobre las muñecas ni los tobillos… La soga que le ataba las piernas estaba
completamente tensa y la obligaba a mantener las piernas separadas la una de la
otra.
En un fugaz momento de lucidez, Paula pudo plantearse a sí misma
algunos pensamientos coherentes, ¿dónde estaba el hombre que le había hecho
aquello?... ¿Se habría ido ya?... ¿Dónde estaba Chico?... ¿Y Lucía?... ¿Les
habría hecho algo?... Demasiadas preguntas sin respuesta que rondaban la cabeza
de la indefensa chica.
Intentando serenarse, pudo sentir la
presencia de alguien más en la habitación, pero se sentía demasiado alterada
como para discernir si se trataba de su atacante o de uno de sus amigos… y
fuera lo que fuera lo que tuviera en la boca no sólo la impedía gritar, sino
también cualquier cosa que no fuera farfullar palabras ininteligibles, así que
consideró preferible guardar las fuerzas para poder aprovechar cualquier
ocasión de escapar o pedir ayuda.
De repente, pareció que aquel hombre hubiera
estado aguardando que se tranquilizase para poner en práctica lo que fuera que
tuviera en mente, porque la indefensa Paula oyó como si alguien se levantara de
una silla, con sus demás sentidos agudizados por la pérdida de la visión…, y
sintió cómo se acercaba a la cama.
Quien fuera se arrodilló a los pies
de la cama, mordiendo ligeramente uno de sus tobillos por encima de la cuerda y lamiste el interior de la pierna,
ascendiendo hasta la rodilla, mientras la indefensa chica se estremecía y no
podía evitarlo, intuyendo lo que se proponía… Entonces, con sus manos comenzó a recorrer cada centímetro de sus piernas desde los
pies, manoseando sus muslos, apretando sus caderas, jugando con cada uno de los
pliegues de sus piernas, pero siempre evitando que sus dedos se acercaran a su
sexo desnudo, salvo leves roces ocasionales. Paula se resistió un poco, pero
notó que él detenía el movimiento de sus manos por su cuerpo cada vez que ella
se removía, inquieta, y ella se tranquilizó, suplicando a través de la mordaza
que no le hiciera nada.
Entonces el hombre le limpió con la mano la saliva que goteaba por la
comisura de los labios de la chica a causa de la mordaza y, cambiando el
objetivo de sus caricias, hizo que sus manos descendieran por los hombros de la
chica hasta llegar a sus grandes pechos, cogiéndoselos entre sus manos,
amasándoselos suavemente antes de centrarse en sus pezones, duros como piedras
a pesar de la resistencia heroica que la chica presentaba a sentirse excitada,
sintiéndose traicionada por la respuesta erótica que sus pezones le transmitían
a todo su cuerpo como una corriente eléctrica, sobre todo cuando él se inclinó
sobre ella y comenzó a chupárselos, alternando esas caricias con suaves pero
firmes pellizcos entre su fuertes dedos, lamiéndoselos y succionando con fuerza
entre sus labios…, mientras la chica intentaba elevar el torso de la cama a
pesar de la poca movilidad que le permitían sus ligaduras, casi como si le
ofreciera sus pechos para su placer…
Sin dejar de torturar sus pezones con sus labios, con sus dientes, una mano
de aquel hombre descendió por encima de la barriguita de Paula, haciéndola
jadear con anticipación, hasta llegar a su zona íntima, apretando toda la palma
de la mano contra el cálido y húmedo sexo de Paula que, inconscientemente,
levantaba su entrepierna contra la favoreciendo el sensual toque… Con sus dedos
comenzó a profundizar en su coño, totalmente depilada para la ocasión… Con sus
dedos el hombre abría sus grandes labios vaginales y le metía uno, dos y hasta
tres dedos sin ningún problema, sintiéndola lubricada con su propios flujos
vaginales, mientras que con su otra mano comenzaba a sacarse los pantalones,
mientras ella le suplicaba que la dejara desde detrás de la mordaza, por más
que la temperatura interna de su cuerpo parecía haber subido algunos grados.
Ya con la verga del
hombre completamente expuesta, dura como palo, como Paula pudo sentir al
rozarse contra sus muslos, el desconocido se montó sobre ella y se la metió hasta
el fondo sin ninguna compasión. Ella lanzó un grito, amortiguado por la
mordaza, pero a ninguno de los dos les pareció que fuera de dolor, ya que su
miembro le había entrado sin ninguna dificultad de lo mojada que estaba.
Comenzó a follarla,
montado completamente sobre ella, penetrándola una y otra vez, con ansia, como
queriendo saciar con ese acto una necesidad ineludible. Y una y otra vez su
verga entraba y salía de la vagina de una Paula que ya casi ni protestaba, y
solo sentía su agitada respiración.
Cuando parecía que
estaba a punto de acabar y su respiración se aceleraba, aquel hombre se detenía
completamente y esperaba un poco, para luego continuar penetrándola con más
fuerza aun, primero para desesperación de la chica, y después para su deleite, ya
que sus quejidos de dolor, poco a poco, fueron cambiando hasta sentirse como
quejidos de placer, mientras el violador sentía cómo su vagina estaba ya
completamente dilatada y muy mojada, hasta que, finalmente, Paula sintió como
si algo se rompiera en su interior y un intenso e interminable orgasmo
recorriera todo su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta el
último pelo de la cabeza, dejándola exhausta y desmadejada sobre la cama, al
tiempo que aquel hombre, conseguido ya su objetivo de hacerla disfrutar,
aceleraba sus embestidas, penetrándola cada vez más profundamente, más
salvajemente, hasta que la chica le sintió correrse, pero sin ser capaz de
asegurar si lo había hecho dentro o fuera...
______________ xx ______________
CAPÍTULO CINCO.
O de cómo el hombre sigue disfrutando del premio de Paula
Al
poco, ya respirando ambos con más normalidad, y sintiendo la entrega de la chica, aquel hombre se incorporó sobre ella y
le colocó suavemente un dedo en los labios mientras que con su otra mano le
sentía manipular la correa del ball-gag que la mantenía en obligado silencio, y
ella comprendió enseguida que se le estaba ofreciendo quitarle aquella incomoda
mordaza de bola a cambio de que se mantuviera callada, y Paula, incapaz ya de
discernir si quería liberarse de aquel hombre o llegar hasta donde él quisiera
llevarla, asintió enérgicamente con la cabeza, afirmando su sometimiento a lo
que quisiera hacer con ella. Además, a pesar de que se encontraba atada y a
merced del intruso, aquel gesto le pareció curiosamente cálido y desprovisto de
toda amenaza… Por primera vez en toda aquella noche de locura Paula se sintió
extrañamente segura.
Entonces, en muda respuesta, el hombre soltó
las correas que sujetaban la mordaza de bola en torno a la cabeza de Paula y se
la sacó de la boca, permitiendo que tragara varias veces la saliva acumulada en
su boca.
Pero el descanso de Paula duró poco… Primero
le desató los pies y, obligándola a girar sobre sí misma, quedando con los
brazos incómodamente cruzados, la colocó boca abajo, para luego atarle los
tobillos juntos, luego le desató una mano y, después de masajearle levemente la
muñeca, se la colocó a la espalda, procediendo igual con el otro brazo, para
entonces esposarle las manos a la espalda mientras Paula escuchaba el ominoso
chasquido del cierre de las esposas que volvían a mantener sus manos
inmovilizadas…
El hombre siguió con su plan y, tumbada boca
abajo como estaba, la obligó suavemente a flexionar las piernas hasta tocarse
las nalgas con los talones, y entonces sujetó la cuerda que rodeaba sus
tobillos a la cadena de las esposas, dejándola completamente inmovilizada…,
“¿Cómo un cordero que se lleva al matadero…?”, se preguntó Paula
Entonces la hizo girar sobre sí misma,
colocándola otra vez boca arriba en el centro de la cama, y se inclinó sobre ella para besar fieramente sus labios
entreabiertos… Ella se dejó devorar la boca por sus labios apasionadamente, sin
saber si corresponder o no, mientras la palabra “dueño” retumbaba en su cabeza
y se sentía mareada ante la perspectiva de ser sometida por aquellas manos que
exploraban todo su cuerpo desnudo, que el cuerpo de aquel hombre se dedicara en
alma a la fantasía que durante años había reprimido y que ahora pugnaba por
salir… y sabía que sería realizada esa misma noche…
Finalmente, sus manos
la obligaron a separar las rodillas, dejando su sexo completamente expuesto
ante su vista, para hacerle lo que quisiera…, y, poco a poco Paula sintió cómo
se inclinaba sobre ella y notó su aliento entre sus piernas, justo antes de
sentir cómo sus ágiles dedos tanteaban sus labios vaginales, abriéndola lo
suficiente como para que su boca descendiera sobre su coño, con su lengua
buscando su clítoris…
“¡Ooooooohhhhh, Dios…!”, - acertó a gemir
Paula, sintiendo cómo su vagina se inundaba de flujos cuando sus dientes
encontraron el hinchado botón entre sus piernas, mordisqueándolo ligeramente,
lamiéndolo con ansia mientras sus ágiles dedos entraban y salían de su
coño,
”¡Esto es mejor que el pingüi, ¿eh,
Paulita?!”, - alcanzó a pensar la chica mientras un potente orgasmo empezaba a
crecer en su interior por más que intentara contenerlo… Aquel hombre
desconocido y autoritario estaba consiguiendo que su cuerpo se sintiese como un
volcán en plena erupción… y ella no quería permitir aquello de ninguuuuuuna de
las maneraaaaaaaaaas… Paula siiiiiiiiempreeeeeeeee,…, ooooohhhhhhhhhhh,
síííííííííííí…, Paula siempre tiiiiiiiiene que conseeeeeeeeeeeervar el
controooooooooooooool…
“¡Oh, Dios santo, me está forzando y me acabo
de correr otra vez como una loca!” – pensó Paula mientras intentaba recuperar
el control de su respiración y de su propio cuerpo traidor…
Dejándola un poco de tiempo
para que ella se relajara después de su orgasmo, el desconocido se acomodó
junto al maniatado cuerpo de la chica mientras ella sentía cómo los dedos de
una de sus manos recorrían su anatomía desnuda
Paula, mientras tanto, se dejaba hacer
dócilmente, permitiendo que aquel hombre acomodara su cuerpo a su antojo, sin
prestar resistencia, porque, ya completamente segura de que no pretendía
hacerle daño alguno, solo sentía el placer de ser tocada y follada como él lo
estaba haciendo y lo único que deseaba en lo más recóndito de su mente era
seguir sintiéndose así
Al
poco, Paula sintió cómo las manos del hombre la obligaban a voltearse,
colocándola a cuatro patas sobre la cama, con las manos aún esposadas, sin
atreverse a moverse de como él la había dejado mientras volvía a atarle los
tobillos a las esquinas inferiores de la cama.
Teniéndola sometida, a cuatro patas, con sus enormes
pechos colgando sobre la cama, el hombre se colocó de rodillas delante de
Paula, y ella, aún sin ver, supo lo que esperaba de ella en cuanto sintió su
mano posarse sobre su nuca…, era su turno. Ni siquiera se dio cuenta de cuándo
comenzó a chuparle la polla…
Estaba a cuatro patas, atada e indefensa, sintiéndose
profundamente humillada por haber permitido que la hiciera correrse tan
salvajemente contra su voluntad, y las lágrimas caían de sus ojos, mojando la
venda que los cubría, pero aun así levantó las manos juntas para sujetar su
endurecida polla mientras con la boca recorría toda la venosa superficie y
dejaba entrar su calor y humedad dentro de su boca.
El hombre no hacía nada. No lo necesitaba. Simplemente
estaba quieto delante de ella, con su miembro viril entrando y saliendo de la
boca de la chica a un ritmo cada vez más rápido, inclinándose para cogerle los
pechos de vez en cuando, tironeando ligeramente de sus pezones…
Finalmente, él empezó a gemir mientras ella seguía
comiéndole la polla, metiéndosela cada vez más adentro, aunque nunca entera
porque era demasiado grande.
Durante un segundo pensó que con el tiempo le entraría
toda. Fue un pensamiento asqueroso. Fue un pensamiento que la hizo sentir una
llamarada por dentro. Fue las dos cosas y ninguna. Apenas una fracción de
segundo...
Después aquel hombre empezó a eyacular.
Entonces y sólo entonces le sujetó la cabeza con sus
manos para que su polla bombease toda la lefa dentro de su boca, derramándose
por la garganta de la chica, que sufrió una arcada. Aún tardó un rato en terminar de convulsionar
y de llenarla la boca con su semen. Cuando terminó, después de que Paula se
hubiera visto obligada a tragar todo lo que podía, le sacó el miembro de la
boca y soltó su cabeza, dejando que las últimas gotas resbalaran por la
comisura de sus labios.
Paula dejó caer la cabeza, sintiéndose
derrotada y humillada…, pero también extrañamente plena y satisfecha…, como una
hembra orgullosa de haber satisfecho a su macho.
Por un momento pareció que el intruso iba a
separarse de la chica sin más, pero, tras un momento de vacilación en que el
tiempo pareció pararse, ella lo sintió alargar la mano y agarrarla por la
barbilla, obligándola a levantar la cabeza…, sintiendo, ya que no podía ver con
la venda, cómo la miraba con…, ¿cariño?...
Paula se sentía completamente desconcertada y
su cabeza era un torbellino de pensamientos y sentimientos encontrados… Aquel
hombre la había drogado, desnudado y atado…, la estaba forzando sexualmente… ¿y
a ella le parecía que la estaba tratando con… cariño?
Y, otra cuestión… ¿por qué había dejado de
resistirse a él? ¿De verdad estaba disfrutando mientras la tocaba de aquella
manera?... Paula ya no sabía qué pensar… ¿Sería porque a la parte de su ser que
se identificaba con Mya le gustaba aquel “sexo duro”, o era porque ella misma,
la propia Paula, a pesar de lo que él la estaba obligando a hacer, no se sentía
nada amenazada desde hacía mucho rato…, y porque lo estaba disfrutando como una
loca?...
______________ xx ______________
CAPÍTULO SEIS.
De cómo la dulce Paula obtiene el premio que dejó escapar de la sexy Mya_27
Entonces,
mientras la cabeza de Paula era un verdadero torbellino de ideas, él se
desplazó por la cama y la chica sintió a su espalda cómo se arrodillaba entre
sus piernas, detrás de ella, y metía un par de dedos en su vagina, mientras que
con la otra mano distribuía todos los fluidos vaginales que chorreaban por sus
piernas desde su empapado coño hasta su esfínter. Entonces ella se dio cuenta
de sus intenciones e intentó girarse a mirarle sin ver con cara de súplica.
“No, por favor... No me hagas esto... Nunca lo he
hecho por ahí…” – le dijo, suplicante, aunque no movió un centímetro de su
cuerpo – “Por favor..., no, no…, he hecho todo lo que has querido…, pero eso
no…, por favor”
El
hombre no respondió, sólo puso la mano en el cuello de la chica y empujó
levemente su cabeza hacia abajo, obligándola a apoyarla sobre la almohada…
Paula
se dio cuenta en ese momento de que iba muy en serio y sabía que aquello no iba
a ser como cuando se metía el plug de la colita, por lo que estuvo tentada de
probar nuevamente a soltarse de las ataduras de sus tobillos, sabedora de que
no podría liberarse de las esposas en torno a sus muñecas, pero, finalmente, no
se movió, sino que mantuvo sus ojos ocultos tras la venda que los cubría fijos
en donde intuía a su captor, al tiempo que él persistía en su movimiento, con
su dedo hurgando en la entrada de su culo…
“Cabrón...”, - dijo finalmente, rindiendo sus defensas
y clavando su rostro en la almohada, para finalmente decirle – “... hazlo con
cuidado..., por favor...”
No
le contestó, obviamente, ni ella lo esperaba, y entonces, motivado por las
sostenidas caricias de su mano libre entre sus piernas, un gemido más fuerte
salió de la boca de la excitada chica, dándole carta abierta a él para
continuar.
El
hombre se colocó sobre ella, entre sus piernas, y enfiló su verga directo a su
culo, que a pesar de la lubricación estaba seguro de que daría batalla, y agarró
a Paula, colocando sus manos en sus caderas, con su glande rozando la entrada
de su culito.
“¡Síííí, Dios, cómo me pones, cabrón...!” -dijo ella
tras unos cuantos segundos sin respuesta, sintiendo como unos leves movimientos
de su cadera hacían que la punta de su polla golpeara lentamente la entrada de
su culo, sin llegar a penetrarlo - ... “hazme tuya..., hazlo de una vez…”
Y
con un golpe de cadera el intruso enterró al menos la mitad de su verga en su
culo. Un fuerte grito retumbó en la habitación, mientras que el cuerpo de Paula
se tensaba al sentir la invasión que, aunque esperada, era desconocida. Su
cuerpo se tensó y él pudo sentir el dolor inicial que sufría la indefensa chica
mientras que, de su parte, mantenía su verga firmemente ensartada en ese culo
que tantas noches había soñado sodomizar.
Tras un par de minutos de inmovilidad y al sentir
aflojar su cuerpo, relajando la tensión inicial, él procedió a meter el resto
de su polla en el culo de Paula, quien, a pesar de que se tensó y arqueó la espalda
nuevamente, sólo duró unos segundos, casi como para recuperar el aliento
nuevamente.
Desde ahí todo fue dejarse llevar por la lujuria;
lentamente empezó a embestir las nalgas ofrecidas de la chica, sacándole en
cada embiste un gemido cada vez más sugerente, mientras sentía claramente como
ella también estaba gozando de aquella primera vez y empezó a azotar
fuertemente sus nalgas cada vez que su polla entraba como un pistón a presión
en su apretado esfínter.
“¡Oh,
Dios, si..., si..., me encanta...!” - dijo entre jadeos y gemidos, levantando
aún más si cabe su culo para que el miembro del hombre pudiera penetrarlo a
placer mientras sentía la intensa picazón de cada golpe que caía sobre sus
nalgas – “¡...dame fuerte..., azótame fuerte, así, cabrón…, más…, rómpeme el
culo de una vez!”, comenzando a morder la almohada que apretaba entre sus manos
en un vano intento de no gritar del placer que estaba sintiendo.
Oírla pedir que la penetrara analmente con más fuerza
fue el final de la resistencia y el autocontrol de aquel maldito hombre, que,
con toda la fuerza que pudo darle a sus caderas, no se anduvo con
tonterías y empezó a montarla con contundencia. Sus embestidas eran tan fuertes
que hacían balancear sus tetas sin control mientras Paula jadeaba con la misma
cadencia con la que él le daba por el culo.
“¡Agh!
¡Agh! ¡Agh! ¡Agh! ¡Agh!”
El hombre la sodomizó
duramente con gesto imperturbable, y reventó el culo de la
ya sometida chica hasta que un gemido de muerte le indicó que ella alcanzaba su
primer orgasmo anal, y eso provocó que él mismo se corriera dentro de su culo
con un placer indecible, mientras Paula sentía su verga contraerse y
estirarse dentro de su culo, disparando su carga de semen en sus entrañas al
tiempo que su “violador” pegaba su cuerpo a su espalda, hasta, finalmente, dejarse caer con todo su peso sobre la
espalda de la chica hasta que sus piernas no aguantaron más, obligándola
delicadamente con su cuerpo a tumbarse boca abajo sobre la cama, con él encima
de ella y aún dentro de su cuerpo, mientras ambos sentían cómo su erección iba
menguando y luchaban por recuperar la respiración…
Poco después, tras un breve descanso, el hombre sacó
su miembro del trasero de la agotada muchacha, que se sintió extrañamente
vacía, le desató las piernas y se dejó caer con un hondo suspiro al lado de
Paula, quien, totalmente entregada, se dejó abrazar por él y se acurrucó entre sus brazos, arrimando su
cuerpo al suyo, casi dejándose acunar dulcemente, sin querer que aquella
placentera sensación se acabara nunca.
Sin embargo, tras lo que Paula no sabría
decir si fueron minutos u horas, la chica sintió cómo aquel hombre le besaba la
cabeza y se incorporaba lentamente, como intentando no perturbar su descanso…
Le sintió levantarse de la cama y escuchó el roce de la ropa mientras él se
vestía, pero ella no se sentía con fuerza suficiente como para quitarse la
venda que cubría sus ojos y así descubrir quién era su intruso nocturno…
Además, ni siquiera estaba segura de querer saberlo…
Sin embargo, mientras sentía cómo su misterioso
asaltante nocturno, después de liberar sus manos de las esposas, se alejaba en
la oscuridad de sus ojos vendados, la chica le escuchó decir las únicas
palabras que salieron de su boca en toda la noche.
- “Te avisé de los peligros de una cita… a
ciegas, Paulita”
Y, de pronto, en lo más profundo de su mente,
aun tan cansada como estaba después de la intensidad de la experiencia vivida,
Paula supo quién era realmente el hombre que había dominado su cuerpo y sus
sentidos de aquella forma durante toda aquella excitante noche,… ¡y no era chico_24_madrid!...
¡Sólo una persona la llamaba así!.
Mientras oía cómo se cerraba suavemente la
puerta de su habitación, Paula se acurrucó entre las revueltas sábanas de su
cama y ronroneó como una gatita, satisfecha, mientras Mya, su personalidad más
atrevida, se hacía presente en esos momentos previos al sueño, maquinando ya
sobre cómo organizar otro…, “sorteo”…
“¡Dichosos abogados! Fer, te voy a tener que
matar… ¿Por qué me has hecho esto?... ¿Cómo has conseguido ponerme así?... ¡¿Y
cómo te has librado de Lucía?!”, pensó Paula, sólo unos instantes antes de
dormirse, queriendo sentirse un poco furiosa con él por aquel engaño, pero lo
único que consiguió fue sonreír para sí y quedarse abrazada a la almohada que
había mordido con tanta ansia durante su primera sodomización, y que ahora
tenía claro que no quería que fuera la última…
FIN… ¿o
no?
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