María, mi querida perra
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De
cómo María, la gorda esposa del portero de la finca, se convierte en la
esclava sexual de uno de los propietarios y de cómo cambia la vida en el edificio
desde entonces
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Introducción
y declaración de intenciones
Quiero saludar a todos aquellos que tengan la
amabilidad de perder unos minutos leyendo este relato y, sobre todo, espero que
sea de su agrado. Pues bien, aclarar que lo que el contenido de este relato,
como dicen las películas americanas de toda la vida, está basado, en su origen,
en hechos totalmente verídicos, pero los nombres de personas, lugares, etc, por
supuesto que no lo son, y podréis comprobar vosotros mismos, amigos lectores,
si tenéis paciencia y os gusta lo suficiente mi relato como para leerlo hasta
el final que me he tomado ciertas abundantísimas licencias “poéticas”.
El estilo no se aleja mucho de mis otros escritos,
pues por expreso deseo de la protagonista quería sexo fuerte, pero algunos
capítulos sí tocan temas sobre los que nunca había escrito y situaciones que
nunca he vivido, como sado fuerte o zoofilia variada…. Me lo he tomado como un
reto, a ver si soy capaz de escribir así, describiendo el tipo sexo que ella
querría verse protagonizando. Un tipo de sexo en el que el hombre ejerce su
dominio sobre la mujer, llegando incluso a la humillación, pero siempre,
siempre, de manera consentida…, porque, en cualquier otro sitio que no sea la
pura ficción, soy de la firme opinión de que no es no y de que el silencio
también es no… Sólo un sí es sí.
Finalmente, comentaros que, si me decidiera a publicar
este relato ilustrado con fotos, cosa que aún no he decidido, se trataría de
fotos originales de mi absoluta propiedad, - tengo un contrato privado de
cesión de imagen suscrito con la señora en cuestión, por lo que expresamente
prohíbo su difusión de forma absoluta -, en las que la modelo es la entonces
sumisa a quien dedico este relato y que le fueron tomadas entre los años 2.010
y 2.015… No sé si terminaré incluyéndolas, pero quienes han tenido la ocasión
de leer el borrador con las imágenes me han comentado que verlas ha supuesto un
verdadero “privilegio”, - es una cita textual -, y que la visión de esa BBW
madurita y sometida le da un “sabor especial” al texto.
En cualquier caso, que continúe o no publicando este
extenso relato dependerá de vuestra aceptación, con vuestros comentarios y/o
valoraciones
Prólogo
María, tumbada boca arriba en aquel sucio
camastro, tenía la vista fija en un desconchón en el techo de la habitación que
le habían asignado en el prostíbulo.
Completamente desnuda, con las gruesas
piernas bien abiertas, apenas sentía cómo su coño era penetrado una y otra vez
por la polla del hombre que estaba tumbado sobre su gordo cuerpo, entre sus
muslos…
Después de que se la hubieran follado casi
una docena de hombres, abusando de su cuerpo de todas las maneras imaginables,
ya casi ni sentía ni su coño ni su culo de lo usados que los tenía y le dolía
la mandíbula por la cantidad de mamadas que se había visto obligada a hacer en
lo que llevaba de noche…, y calculaba que sólo llevaba trabajada la mitad de su
jornada “laboral” como puta…
María era consciente de que la prostitución no
estaba permitida en la ciudad y que lo que ella estaba siendo “obligada” a
hacer podía, incluso, suponerle una condena de prisión, y también sabía que era
una puta cuyos “servicios especiales” estaban siendo ofertados en diversas
formas de publicidad callejera incluyendo imágenes muy explícitas de ella misma
siendo usada a “cara descubierta”, sin siquiera pixelar sus facciones, como
“ama de casa madura para compañía” o "acompañante privada"... Un
eufemismo para referirse al entretenimiento sexual con el sexo femenino…, como
también sabía que nada ni nadie podrían librarla de aquello a lo que la
tuvieran destinada porque el burdel en el que la mantenían encerrada estaba
fuera de los límites de la ciudad, donde se encontraban los grandes burdeles
“legales”, es decir, los protegidos por las autoridades a cambio distintos
favores, y donde casi todos los deseos sexuales podían ser satisfechos…,
incluso aquellos más dificiles de poder acceder a ellos, tanto por lo caros que
resultaban como por los severos daños que sufría la puta “víctima” de los mismos,
y que, precisamente, eran para los que ella era explícitamente ofrecida...
Su Amo la había “internado” en aquel burdel de
esclavas mientras se encontraba fuera de la ciudad durante unas semanas por
motivos de trabajo… María se había humillado lo indecible, suplicándole que la
llevara con él, pero su Amo ya había decidido que en aquel viaje le acompañara
su otra esclava, Aida…, la hija de la propia María, y ésta odió a su hija por
ello… ¿Cómo el Amo podía desear hacer uso del cuerpo de una
vaca gorda de 52 años si podía disponer del cuerpo de una rellenita mujer de
tan sólo 30 años?
En realidad, aquella no era la primera vez que se
veía obligada a prostituir su cuerpo, pero sí era la primera vez que ofertaban
sus servicios como “puta del dolor”, es decir, como una puta cuyo cuerpo estaba
disponible para todo tipo de perversiones, sin límite y sin importar cuánto
dolor se viera obligada a soportar…
La verdad era que María no quería reconocerlo, se
resistía a ello, pero sabía perfectamente que ya antes de aquello se había
convertido en una puta, en una prostituta, de un solo hombre, sí, pero en una
puta, y ni siquiera tenía derecho a elegir o quejarse si aquel hombre, su Amo,
quería que se convirtiera en la puta de muchos otros hombres porque el trato lo
dejaba muy claro, y ella debía cumplir todos los caprichos sexuales y perversos
de su Amo.
De hecho, sabía que él la estaba instruyendo
para eso, para ser una esclava sexual… Él quería que esa fuera su condición
futura. Su destino. Ser una esclava en el más amplio sentido de la palabra.
Pero María ansiaba creer que, al menos, él la quería, aunque nunca se lo fuera
a decir, y mucho menos a manifestar…, pero ella estaría segura con él. Podría
ser una perra humillada, pero con la seguridad de tener siempre a su macho
cerca, que la protegería y cuidaría. Su Amo usaría su cuerpo a su antojo
siempre que quisiera, haciendo realidad sus fantasías sexuales, al tiempo que ella
viviría feliz con él...
Al final, no había sido exactamente así…,
porque al final su Amo la había dejado a ella en aquel burdel infecto y se
había llevado consigo a su hija... Ambas mujeres habían alcanzado ya su meta en
la vida, aunque los resultados han sido bien distintos a los que ellas siquiera
podían haberse imaginado muy poco tiempo atrás, cuando eran una familia feliz…
Aunque sabía que aquellos pensamientos le
hacían daño, María no pudo evitar que su mente divagara sobre cómo había
llegado a convertirse de una decente ama de casa, esposa, madre y abuela en una
sumisa esclava, hasta llegar a terminar, al menos de momento, como una vulgar
puta de un prostíbulo tan “especial”…
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